Page 61 - Lucado. Max - Como Jesús_Neat
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una cosa es cierta: se supone que usted debe contribuir al buen plan de Dios, hablar a otros del
            Dios que ama y anhela llevarnos a su hogar.


                Pero, ¿cómo exactamente debe contribuir usted? ¿Cuál es su tarea específica? Busquemos la
            respuesta con una segunda pregunta.






            ¿CUÁLES SON MIS ANHELOS?




            Esta pregunta tal vez le sorprenda. Tal vez pensó que sus anhelos no tienen nada que ver con
            mantener su vida en el carril. No podría discrepar más. Su corazón es esencial. El Salmo 37.4 dice:

            «Disfruta sirviendo al Señor, y Él te dará lo que quieres». Cuando nos sometemos a los planes de

            Dios, podemos confiar en nuestros deseos. Nuestra tarea asignada se halla en la intersección del
            plan de Dios y nuestros placeres. ¿Qué es lo que le encanta hacer? ¿Qué le produce alegría? ¿

            Qué le da un sentido de satisfacción?

                Algunos anhelan dar de comer a los pobres. Otros disfrutan al dirigir a la iglesia. A otros les

            encanta  cantar  o  enseñar,  o  dar  la  mano  al  enfermo  o  asesorar  al  confundido.  Cada  uno  de
            nosotros ha sido hecho para servir a Dios de una manera única.

                «Es Dios quien nos ha hecho; Él nos ha creado en Cristo Jesús para que hagamos buenas

            obras, según Él lo había dispuesto de antemano» ( Efesios 2.10 , VP).

                «Tú  fuiste  quien  formó  todo  mi  cuerpo;  tú  me  formaste  en  el  vientre  de  mi  madre  …  es

            maravilloso lo que has hecho … No te fue oculto el desarrollo de mi cuerpo mientras era formado

            en lo secreto … Tus ojos vieron mi cuerpo en formación; todo eso estaba escrito en tu libro. Habías
            señalado los días de mi vida cuando aún no existía ninguno de ellos» ( Salmo 139.13– 16 , VP).


                Usted  es  hecho  a  la  medida;  hecho  a  propósito.  Dios  prescribió  su  nacimiento.
            Independientemente de las circunstancias que rodearon su llegada, usted no es un accidente. Dios

            lo planeó desde antes de que naciera.

                Los  anhelos  de  su  corazón  no  son  accidentales;  son  mensajes  vitales.  Los  deseos  de  su
            corazón no son para ignorarse; se los debe consultar. Así como el viento mueve la veleta, Dios usa

            sus pasiones para mover su vida. Dios tiene demasiada gracia como para pedirle que haga algo

            que detesta.





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