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José Manuel Bermúdez Siaba


          una serie de cuevas que lo atraviesan en vertical llegando hasta el nivel del mar,
          donde se encontrarían unas galerías sumergidas por las cuales se puede llegar al
          exterior con la marea baja. Cuentan que esas cuevas disponen de unas escaleras
          de piedra mediante las cuáles se puede bajar hasta el fondo, y que permanecen
          escondidas bajo la maleza, dándole más misterio a la versión tradicional. A lo
          largo de mi vida jamás pude comprobar esa historia ni conocí a nadie que las
          haya visto, mas la leyenda sigue formando parte de la historia popular muradana.


                       El pueblo sumergido de Xalfas

            Otra leyenda, mucho más antigua y que tuvo cierta credibilidad en otros tiem-
          pos, en los que la gente era más dada a las supersticiones y a los cuentos que
          hacían referencia a lo sobrenatural, hablaba de que en la laguna de Xalfas existió
          antiguamente un pueblo sumergido en las aguas, misteriosamente desaparecido
          cuando se formó la laguna al juntarse el caudal del río Longarela con el agua del
          mar. Según cuenta la leyenda, los habitantes originales de esa población sumer-
          gida, que se llegó a pensar que podría ser la mítica Atlántida, vagarían aún por
          entre las dunas que separan la laguna del océano Atlántico, escondiéndose a la
          vista de la gente entre las elevaciones de arena y los juncos que rodean la zona.


                             El refugiado del calvario

            Existe una leyenda en el lugar de Louro que hace referencia al desertor de un
          barco, posiblemente pirata, que arribó a la bahía de San Francisco. El prófugo
          huyó hacia el monte subiendo por el camino del calvario hasta llegar a lo alto
          del Vía Crucis. Allí encontró una cueva que se decía utilizaban los frailes del
          convento para encerrar, como castigo, a los miembros de la congregación que
          cometían alguna falta grave. El refugiado se estableció en dicha cueva, donde
          permaneció durante mucho tiempo hasta que dejaron de buscarlo y el barco en el
          que había llegado partió definitivamente. Mientras duró su estancia en la cueva
          fue alimentado por los frailes franciscanos, quedándose, una vez seguro, a vivir
          con ellos en el convento.


                                La Santa Compaña
            Desde muy antiguo existe en Muros, al igual que en el resto de Galicia, esta
          extraña e inquietante leyenda.
            Si bien actualmente, como ocurre también con otros cuentos populares, las
          nuevas generaciones ya no suelen hablar de estos temas, antiguamente se les


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