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Camino a la Victoria
Jesús vino al mundo para mostrar tanto a ti, como a mí cómo es Dios, quién es Él, qué
desea y cómo deben vivir los suyos. Después de terminada Su obra, habiendo muerto por
los pecados de toda la humanidad (incluyendo los tuyos y los míos) Él venció a la muerte y
dejó vacía la tumba. Luego, Él estuvo con sus discípulos un poco tiempo antes de regresar
al cielo. Y Él nos dice: «voy pues a preparar lugar para vosotros.»
Muy poca gente sabe dónde está Jesús ahora. Esteban fue uno de los que han visto dónde
está Él. Esteban era un joven que sirvió de instrumento para provocar en la mente de
Pablo el pensamiento de que había algo importante, en las enseñanzas de Jesucristo.
Antes de conocer a Jesús, Pablo era un enemigo terrible de la iglesia primitiva. Cerca del
año 35 d.C. Pablo había sido autorizado por los líderes religiosos de aquel tiempo para
perseguir a aquellos que se llamaban cristianos. Para llevar a cabo sus obligaciones, Pablo
fungió como testigo de la muerte de Esteban, que había sido apedreado. Pero, antes de
morir, Esteban testificó ante sus torturadores. Al final de su testimonio, mientras la sangre
aún corría sobre su cara y costillas destrozadas, con su último aliento, Esteban declaró:
Hechos 7:55-56 «Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la
gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos
abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios.» Después murió. Esteban fue a
morar a una de las mansiones que Jesús había preparado. Esteban había vivido una vida
victoriosa, por tanto, había alcanzado su destino final.
Para el propósito de este estudio, comencemos con nuestro equipaje ¿Qué debemos llevar
con nosotros para alcanzar nuestro destino final?
Efesios 6:10-24 (Esta va a ser una lectura más larga que las que hemos anotado en otras
secciones de este curso, por tanto, lee, despacio, en voz alta, con mucho cuidado y en
actitud de meditación.) «Por lo demás, hermanos míos…» Aquí es el Apóstol Pablo quien
escribe desde la prisión en Roma, a sus compañeros creyentes en Éfeso, quienes se
convirtieron al cristianismo bajo su propio ministerio. «fortaleceos en el Señor, y en el
poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra
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