Page 517 - Edición N° 30
P. 517

En The New Yorkerde\ 7 de septiembre de 2012   oficios y funciones inventadas de pies a cabeza
                 hay una "Carta abierta a Wik¡pedia"del novelista   (yo merecí el honor de ser una de sus víctimas,
                 norteamericano Philip Roth que es sumamente   y, otra de ellas, nada menos, que Benedicto XVI).
                 instructiva. Cuenta cómo Roth, al descubrir la   De más está decir que las 79 colaboraciones
                 descripción errónea que hacía Wikipedia de su   falsas del personaje no han merecido sanción
                 novela The Human Stain (La mancha humana),    alguna y la historia de su fraude ha convertido
                 envió una carta al administrador de esa enci­  al simpático Tommaso Debenedetti en un ver­
                 clopedia virtual pidiendo una rectificación. La   dadero héroe de la civilización del espectáculo.
                 respuesta que obtuvo fue sorprendente: aun­
                 que la entidad reconocía que un autor es "una   Ahora quisiera yo meterme en este artículo y
                 indiscutible autoridad sobre su propia obra", su   contar dos episodios de mi vida reciente que
                 sola palabra no era suficiente para que Wikipe­  muestran una inquietante vecindad con lo ocu­
                 dia admitiera haberse equivocado. Necesitaba,   rrido a Philip Roth. Estaba en Buenos Aires y una
                 además, "otras fuentes secundarias" que avala­  señora, en la calle, me detuvo para felicitarme
                 ran la corrección.                            por mi Elogio a la mujer, que acababa de leer en
           Revista editada  por alumnos de la Facultad  de Derecho de  la Universidad de Lima
                                                               Internet. Pensé que me confundía con otro pero,
                 En su carta abierta, Philip Roth demuestra, con   pocos días después, ya de regreso al Perú, dos
                 precisiones y datos fehacientes, que su novela   personas más me aseguraron que habían leído
                 no está inspirada, como afirma Wikipedia, en la   el texto susodicho y firmado por mí. Finalmente,
                 vida del crítico y ensayista Anatole Broyard, a   un alma caritativa o perversa, me lo hizo llegar.
                 quien conoció muy de paso y cuya vida privada   Era breve, estúpido y de una cursilería rechinan­
                 ignoraba por completo, sino en la de su amigo   te ("La verdadera belleza está en las arrugas de
                 Melvin Tumin, sociólogo y catedrático de la Uni­  la felicidad", "Todas las mujeres bellas que he
                 versidad de Princeton, que, por haber usado en   visto son las que andan por la calle con abrigos
                 una clase una palabra considerada despectiva   largos y minifaldas,  las que huelen a  limpio
                 hacia los afroamericanos, se vio envuelto en una   y sonríen cuando las miran", y cosas todavía
                 verdadera pesadilla de ataques y sanciones que   peores). Pregunté a amigos fanáticos de la Red
                 por poco destruyen su vida, pese a sus muchos   si había alguna manera de identificar al falsario
                 años dedicados a combatir como intelectual y   que había pergeñado esa excrecencia retórica
                 académico la discriminación y el prejuicio racial   usando mi nombre y me dijeron que, en teoría
                 en los Estados Unidos. Philip Roth publicó esta   sí, pero en la práctica no. Porque no hay nada
                 carta abierta en The New Yorker para tratar de   más fácil que borrar las pistas de los fraudes
                 contrarrestar de algún modo una falsedad res­  retóricos, inyectando mentiras y embauques de
                 pecto a su obra que la multitudinaria Wikipedia   esta índole. Podía intentarlo, desde luego, pero
                 ha desparramado ya por el mundo entero.       me costaría mucho tiempo y sin duda bastante
                                                              dinero. Mejor me olvidaba del asunto. Es lo que
                 No es ésta la primera vez que el gran novelista   hice, por supuesto.
                 norteamericano da esa  batalla quijotesca en
                 defensa de la verdad. Hace algunos años, des­  Hasta que uno o dos años después, recibí una
                 cubrió en The New York Times que le atribuían   llamada de un periodista de La Nación, de Bue­
                 una afirmación que no recordaba haber hecho.   nos Aires, el diario que publica en Argentina
                 Después de  no  pocas gestiones y esfuerzos   mis artículos.  Me  preguntaba, sorprendido,
                 consiguió llegar a la fuente que había utilizado   si yo era el autor de un texto, firmado con mi
                 el diario para citarlo: una entrevista en un diario   nom bre, titulado S/) lloro por ti Argentina, que era
            128   italiano, firmada  porTommaso Debenedetti.   una diatriba feroz contra los argentinos y que

           S     Que él  no había  dado jamás. Gracias a  esta   andaba circulando por Internet. En este caso,
           T U   investigación,  se descubrieron  las  proezas
           A                                                  el texto que me atribuían era infame, pero no
           C     fraudulentas de Debenedetti, que, desde hacía   estúpido. El falsificador lo había urdido con una
           V O
           D     ya varios años, publicaba en la prensa de Italia   astucia cuidadosa, tomando frases que efectiva­
           A     y otros países reportajes a personas de diversos  mente yo había usado alguna vez, por ejemplo




          5 1 4  M  a  r i o     V  a  r g  a  s     L  l o  s a
   512   513   514   515   516   517   518   519   520   521   522