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El presente trabajo no tiene como finalidad zador racional de sus fines"." Esta concepción, «
explayarse sobre cada una de las versiones como fácilmente se aprecia, termina siendo una
de racionalidad clásica existentes y la dis definición en sí misma, incapaz de ir más allá de car
cusión interna respecto a cuál aplicar. Para su propia afirmación. u u
una visión más extensa del tema, sugerimos OO
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revisar los trabajos de Korobkin y Ulen (Law ¿Porqué? La versión de la definición en sí misma AUTORES
NACIONALES
and behavioral Science: removing the rational- tiene una nula capacidad predictiva sobre la
ity assumption from Law and Economics, 2000) conducta humana, ya que no puede anticipar
y Green y Shapiro (Pathologies o f Rational cuáles son los fines que el hombre busca ni
Choice Theory: A critique o f Application in por qué realiza ciertos esfuerzos para alcanzar
Political Science, 1994). dichos fines. Así, se da por descontado que el
hombre tiene fines y que su búsqueda tiene
Sin embargo, podemos señalar, sobre las ver una razón de ser, un significado. No obstante,
siones "suaves" (a las que llamaremos "versión no se detiene a pensar las razones del compor
de la definición en sí misma" y "versión de tamiento humano. Como bajo esta versión todo A3
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la utilidad esperada"), que si bien éstas son es racional, siempre concluirá en lo mismo, o
muy útiles para realizar estudios ex post del sea, no concluirá en nada útil. a»
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comportamiento humano a efectos de com •O
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prender el porqué de las decisiones tomadas Otra versión, la de "la utilidad esperada"12 (que "O
por los agentes en un contexto determinado, es la más recurrente por la microeconomía
su utilidad no es la misma en el Derecho. ¿Por moderna)13 es también inadecuada; ésta sólo
qué? Cuando legislamos, nos enfrentamos a brinda predicciones indeterminadas, ya que al _ro
una serie de opciones que desencadenarán no poder conocer el contenido de la función de Oi
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reacciones distintas en la sociedad. Sólo sa utilidad del agente, es incapaz de eliminar las O
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biendo cómo reaccionará la gente ex ante10 11, posibles respuestas que éste pueda tener fren o
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sabremos qué es más beneficioso para ésta. te a cierta situación, de tal manera que pueda cu
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Pero, como los modelos "suaves" de la Teoría llegar a la opción supuesta. cu
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de la Decisión Racional no permiten predecir, T3
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resultan insuficientes. ¿Por qué? La versión de la utilidad esperada 3
no es capaz de definir cuáles son las metas o U
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Una de estas versiones, denominada versión de preferencias de los agentes. Jon Elster menciona ra
la "definición en sí misma", en efecto, no ofrece que la teoría de la decisión racional "nos dice CU
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ninguna capacidad predictiva sobre el compor qué deberíamos hacer para alcanzar nuestras i/i
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tamiento de los agentes. De acuerdo a Richard metas de la mejor manera posible. No nos dice, c E
Posner, por ejemplo, "el hombre es un maximi- en su versión estándar, cuáles debieran ser 3
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10. Las versiones finas de la Teoría de la Decisión Racional permitirán, a través de la observación posterior, conocer que CU
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las personas hacen las cosas por alguna razón y, al comprender ello, podremos averiguar más sobre las razones aún
no observadas ex ante. Dicho en términos más simples, una vez ocurrido el hecho, podemos retrotraernos al punto
CU
de encontrar la razón que llevó al agente a actuar de determinada manera. Ello nos servirá para hacer un estudio CC
sociológico o psicológico descriptivo que nos permita conocer las preferencias de la gente de manera ex post.
11. POSNER, Richard. Are we one seif or múltiple selves? Implications for Law and Policy. En: Legal Theory n.° 3,1997, pp.
23—24. CM
12. La Teoría de la Utilidad Esperada sugiere que, ante la presencia de alternativas, los individuos compararán la 2
utilidad esperada de cada una (o sea, multiplicará el beneficio de cada alternativa por la probabilidad de que 1—
suceda) y elegirían la que más le convenga (en otras palabras, la de mayor utilidad). 2
§
13. Ver: GREEN, Donald y lan SHAPIRO. Pathologies of Rational Choice Theory: A critique of Application in Political Science. Q
New Haven: Yale University Press, 1994.
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