Page 58 - Cuentos para Triunfar
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Nadie te valora...


                                              El valor del anillo



                  Un joven, en los albores de la era cristiana, fue a ver a un sabio para pedirle
                  ayuda.    Pues  estaba  muy  desanimado  al  pensar  que  nadie  valoraba  sus
                  capacidades, al punto de creer que realmente su vida no valía mucho.
                      Viendo esto, el sabio le dijo:
                      -  Yo te ayudaré; pero primero debes hacerme un favor. Para demostrarme
                          y demostrarte a ti mismo lo que realmente vales, de lo que eres capaz,
                          debes ir a la aldea y vender este anillo. La única condición es que no
                          aceptes menos de una moneda de oro por él.
                      Y sacándose el anillo de su dedo, se lo entregó al joven para que fuera a
                  cumplir su tarea.
                      En camino a la aldea el joven pensaba:
                      -  Le demostraré al sabio que soy un gran vendedor, y les demostraré a los
                          clientes mis habilidades como mercader.
                      Comenzó a andar de taberna en taberna y de casa en casa:
                      -  Mira, muchacho, no te pagaré más que dos monedas de plata por este
                          anillo.
                      -  Pero señor, este anillo vale más que dos simples monedas de plata...
                      -  Permíteme verlos – dijo otro – A ver, a ver. Te daré diez monedas de
                          plata y ni una más por este pobre anillo.
                      -  Pero este anillo cuesta más de una moneda de oro...
                      Todo el mundo echó a reír a carcajadas de las palabras y la osadía de aquel
                  joven.
                      Lo mismo ocurrió en cada casa y con cada persona que encontraba en su
                  camino. Nadie le pagaba más que unas pocas monedas de plata. La oferta más
                  alta había sido de treinta monedas menores, ni siquiera la mitad de una de oro.
                      Pensó  que  realmente  el  anillo  no  tendría  el  valor  que  le  había  dicho  el
                  sabio. Su entusiasmo se quebró y entendió que sería imposible venderlo en las
                  condiciones propuestas.
                      Desanimado,  regresó  hasta  la  pequeña  casa  del  sabio  y  le  comentó  lo
                  ocurrido.
                      Entonces el sabio le dijo:
                      -  Te  pediré  un  último  favor,  antes  de  ayudarte.  Al  final  de  la  calle
                          principal de la aldea, encontrarás el taller del orfebre. Ve donde él y
                          pídele que te cotice el anillo.
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