Page 21 - Aviadores de Noticias 2018
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Ayúdame

             Todo comenzó cuando ingresamos el primer día de clases. Éramos todos nuevos
       sin embargo, no se nos hizo difícil entrar en confianza todos con todos. A excepción de

       Martina. Martina era callada, solitaria, no quería relacionarse con ninguno de nosotros.
       Y era raro, porque aunque tratáramos de incluirla ella se alejaba cada vez más. Intenté
       varias veces tratar de hablar con ella pero era imposible. Cuando apenas me veía, huía
       de mí.
             Un día a fines de Mayo, caminando por una plaza de un barrio totalmente mudo,
       la vi. Martina estaba apoyada sobre un árbol, mientras lloraba, lloraba y no podía parar.
       Mi corazón latía rápido y no sabía que hacer así que me acerqué.
       -¿Martina? – pregunté despacio. Ella levantó su mirada y al verme lloró más fuerte. Lo
       primero que hice fue correr y abrazarla. –Shhh - la calmé, - Yo estoy acá.
       -Gracias, - susurró.
       -¿Qué te pasó? – pregunté sin saber en lo que me involucraba.
             Martina tenía 18 años, vivía con su novio, Tomás. Tomás tenía 27 años, era segu-
       ridad de un boliche y jugador de rugby. Se imaginarán cómo era físicamente. Gigante,
       fuerte, alto y una persona completamente machista, asquerosamente violenta y todo lo
       horrible que se quieran imaginar. Se preguntarán qué hacía una chica como Martina con
       alguien así, y yo hasta hoy, me pregunto lo mismo. Nunca voy a llegar a entenderlo.
             Lo que sucedía entre ellos era lo más tóxico que pude imaginar. Tomás la mani-
       pulaba, la golpeaba, la alejaba de todos, con suerte podía ir al colegio, hacía ya cinco
       meses que no veía a sus padres. La tenía encerrada. Tampoco recibía ayuda de sus fami-
       liares, “Si ya estaba grande para novios, estaba grande para bancarse todo”. Una locura.
             La ayudé con todo lo que pude, a veces dejaba que se quedara en mi casa, le di de
       comer, mi madre también ayudó en todo. Desde mayo hasta octubre hicimos miles de
       cosas para que se alejara de él.
             Un día, Tomás le pegó demasiado y casi inconscientemente Martina llegó a mi
       casa, se negó a ir a un hospital. Ese día decidí que sería suficiente y yo, puse la primer
       denuncia contra Tomás. Él se enteró, obvio y no tardó en ir a mi casa de noche. Yo esta-
       ba con Martina y él ni siquiera fue capaz de tocar el timbre o golpear la puerta, directa-
       mente entró a mi casa. La tomó de los pelos y casi arrastrándola se la quería llevar, no lo
       permití y estaba tan enfurecido, que por primera vez en mi vida, un hombre me golpeo.
       Me pegó cacheteadas y me decía que era una “metida”, que no era nadie. Se llevó a mi
       amiga.
             Una semana después de eso, hablé con ella junto con mi madre, le íbamos a pagar
       un pasaje lejos de nuestra ciudad, le íbamos a dar todos nuestros ahorros para que co-
       menzara su nueva vida y ella había aceptado. Sí, era estúpido que ella se fuera cuando en
       realidad Tomás debía irse y nunca volver.
             El día había llegado, teníamos todo preparado, habíamos hecho todo muy a es-
       condidas para que nadie se enterara, Martina se había comportado muy bien con su no-
       vio para que este no tuviera ninguna duda.
             Bien, 14:30, el avión con destino a Montevideo, Uruguay salía a las 15:00. Está-
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       bamos en el aeropuerto, nerviosas y ansiosas, sentía que todo iba a salir bien, que desde
       ahora mi amiga iba a vivir como debía hace tiempo. Pero todo lo que sube, baja.
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