Page 36 - El Misterio de Salem's Lot
P. 36
pero las ciudades pequeñas no olvidan fácilmente y transmiten sus horrores de
generación en generación.
La historia de Hubert Marsten y su mujer, Birdie, era lo más parecido a un secreto
turbio que se guardaba en los anales del pueblo. Hubie había sido presidente de una
gran compañía de camiones de Nueva Inglaterra en la década de los veinte. Una
compañía de la que muchos comentaban que obtenía sus más suculentos beneficios
después de medianoche, introduciendo en Massachusetts whisky procedente de
Canadá.
Tras hacer fortuna, él y su mujer se retiraron a Salem's Lot en 1928 y perdieron
buena parte de su dinero (nadie, ni siquiera Mabel Werts, sabía exactamente cuánto)
en el crack bursátil de 1929.
Durante los diez años transcurridos entre la crisis y la ascensión de Hitler al
poder, Marsten y su mujer vivieron en su casa como ermitaños. Sólo se les veía los
miércoles por la tarde, cuando iban al pueblo a hacer sus compras. Larry McLeod,
que en aquellos años era el cartero, contaba que Marsten recibía diariamente dos
periódicos, The Saturday Evening Post, The New Yorker, y una revista
sensacionalista que se llamaba Amazing Stories. Una vez al mes recibía también un
cheque de la compañía de camiones, que tenía su sede en Fall River, Massachusetts.
Larry decía que él se daba cuenta de que era un cheque arqueando el sobre para
espiar por la ventanilla de la dirección.
Fue Larry quien los encontró en el verano de 1939. Los periódicos y revistas de
cinco días se habían amontonado en el buzón hasta el punto de que era imposible
meter más. Larry los llevó a la casa con la intención de dejarlos entre la puerta de
rejilla y la principal.
Corría el mes de agosto, era pleno verano y el césped en el jardín delantero de los
Marsten estaba verde y lozano. Sobre el enrejado que se levantaba en el lado oeste de
la casa enloquecían las madreselvas y las rechonchas abejas zumbaban
indolentemente en torno de las aromáticas flores de un blanco cerúleo. En esa época,
la casa todavía era agradable a la vista, aunque el césped estuviera demasiado
crecido. Generalmente todos coincidían en que Hubie había construido la casa más
bonita de Salem's Lot antes de volverse loco.
Cuando estaba a mitad de camino, según el relato que se repetía con expectante
horror para cada nuevo miembro de la asociación de beneficencia, Larry había
percibido un mal olor, como de carne en descomposición. Al golpear en la puerta
principal no obtuvo respuesta. Miró hacia adentro y no pudo distinguir nada en la
densa penumbra. En vez de entrar, rodeó la casa, y fue una suerte que lo hiciera. En la
parte de atrás, el olor era aún peor. Larry intentó abrir la puerta del fondo y como
estaba cerrada sin llave entró en la cocina. Birdie Marsten estaba tendida en un
rincón, con las piernas abiertas y los pies desnudos. Le habían volado media cabeza
www.lectulandia.com - Página 36