Page 353 - La máquina diferencial
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Antes de los radicales
[Este testimonio es una grabación inscrita en un cilindro de cera. Uno de
los más antiguos ejemplares de este tipo de grabaciones conserva los
recuerdos de Thomas Towler (nacido en 1790), abuelo del inventor del
audiógrafo Towler, Edward Towler. A pesar de la naturaleza experimental
del aparato empleado, la grabación es de una excepcional claridad. 1875].
Recuerdo un invierno. Fue un invierno muy largo y en Inglaterra había una pobreza
terrible por aquel entonces, antes de los radicales. Mi hermano Albert solía coger
algunos ladrillos, cubrirlos con guano y ponerlos en los establos para coger gorriones.
Luego los desplumaba y los limpiaba. Lo hacíamos juntos. Yo lo ayudaba. Nuestro
Albert encendía el fuego, calentaba el horno y cocinábamos aquellos pequeños
gorriones en la cazuela de madre, con un buen trozo de grasa. Madre preparaba una
tetera bien llena para nosotros y nos comíamos los gorriones diciendo que era una
fiesta del té.
Mi padre... Iba a ver a todos los tenderos de Chatwin Road y conseguía algunos
restos. Huesos, ya sabes, huesos de cordero y toda clase de cosas, guisantes secos,
judías, zanahorias y nabos pasados y... un poco de avena. Había también un panadero
que le daba el pan del día anterior... Mi padre tenía una gran caldera de hierro que
usaba para preparar la comida de los caballos. La limpiaban entera y preparaban sopa
en ella. Recuerdo a los pobres que venían. Aquel invierno lo hacían dos veces por
semana. Tenían que traer sus propios recipientes. Así era el hambre antes de los
radicales.
Y, Eddie, ¿oíste hablar de la gran hambruna irlandesa, en los cuarenta? No lo
creo. Pues las cosechas se echaron a perder, tres años consecutivos, y pareció que las
cosas iban a ponerse muy feas para ellos. Pero los radicales no estaban dispuestos a
consentirlo. Declararon una emergencia y movilizaron a la nación entera. Lord Byron
dio un gran discurso, que se publicó en todos los periódicos... Yo subí en uno de los
barcos de socorro, en Bristol. Estuvimos todo el día y toda la noche descargando
grandes cajas con conocimientos de embarque de las máquinas de Londres. No
dejaban de llegar trenes de todas partes de Inglaterra, llenos de comida. «Que Dios
bendiga a lord Babbage», gritaban los pobres niños irlandeses, con lágrimas en los
ojos. «Tres hurras por Inglaterra y por los lores radicales». Los leales irlandeses
nunca han olvidado aquello. Son gente que no olvida los favores.
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