Page 166 - COLECCION HERNAN RIVERA MAS DOS CUENTOS
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visitadora  sexual  y  que  siempre  le  está

               encargando  montecitos  para  prepararles  a  sus

               amigas  de  oficio,  pues  dice  que  sus  agüitas


               milagrosas  lo  mismo  pueden  aliviar  un  dolor  de

               ovarios que limpiar los vidrios del alma del vaho

               violeta  de  la  melancolía.  «Y  razón  tiene  la


               matrona,  pues,  don  Lorenzo»,  dice  la  mujer

               abanicándose  los  pechos  con  un  manojo  de  sus

               papeles rosados, «si con decirle que unas simples

               gotitas  del  zumo  de  las  hojas  de  laurel,  por


               ponerle  sólo  un  botón  de  muestra,  corrigen  los

               desarreglos del estómago, provocan el periodo a

               las mujeres, curan el dolor de oídos, disminuyen la

               sordera y quitan las manchas del rostro. Todo eso


               sin mencionar las propiedades mágicas que posee

               la plantita, como el increíble poder de adivinación

               que  da  el  masticar  sus  hojas  más  tiernas,  ¿se  da


               cuenta, usted, mi querido don Lorenzo?».

                      «En lo único que esta hembra no se parece a

               Uberlinda Linares es en lo palabrera», piensa con

               resignación  el  acordeonista  mientras  se  restriega


               los párpados con el pañuelo del cuello. Por ser ese

               el  primer  coche  del  convoy,  el  humo  de  la

               locomotora se cuela a ráfagas por las ventanillas






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