Page 90 - COLECCION HERNAN RIVERA MAS DOS CUENTOS
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                    Lo primero que se le vino a la mente a Hidelbrando

               del  Carmen  al  despertar,  fue  que  ese  día  en  el  cine

               Latorre  daban  una  película  de  Rosita  Quintana.

               Después, mientras comenzaba a recordar un sueño, se

               incorporó a medias en la cama.

                    Hacía  dos  noches  que  estaba  durmiendo  con  la

               cabecera  puesta  para  los  pies.  Una  rata  enorme,

               fláccida, fosforescente, había resbalado desde el muro

               de  la  iglesia  la  noche  anterior  cayéndole  en  pleno

               rostro.  La  había  sentido  pesada  como  un  gato.  De


               modo  que  ahora,  antes  de  estirar  la  mano  en  la

               oscuridad,  titubeó  un  instante  sin  saber  bien  de  qué

               lado estaba el velador. Cuando se hubo situado, tanteó

               los fósforos, raspó uno y encendió la vela.

                    Herido por la trémula luz de la llama que pobló de

               ángeles  amarillos  el  clima  de  la  pieza  misérrima,  se

               quedó un momento sentado en la cama. Somnoliento,

               manoteando en su memoria como a través de pegajosos






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