Page 88 - El manuscrito Carmesi
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Antonio Gala             Descargado de http://www.LibrosElectronicosGratis.com/  El manuscrito carmesí

               de mi naufragio.  Sobre una playa ajena quedan, mancillando  la arena, incapaces de
               describir cuánta era la gallardía y cuánto el esplendor del alto barco del que formaron parte.
               Sano está quien olvida.

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                     “La noche era indecible y era nuestra Pero, como me habías besado a mí al llegar, tú
               besabas, copero, a todo el mundo.
                     Tú besas en la boca, copero, traidor mío...
                     La noche se volvió en mi contra como una oscura espada.
                     La noche, ardiente y casta, lo mismo que una espada puesta al fuego.”

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                     “Acaso yo elegí la frialdad pensativa, y no era de pensar de lo que se trataba, sino de
               sentir sin presentir; de darse, ay, de darse, con los ojos cerrados a la esperanza.
                     Porque todos somos hermanos en la fiesta, y podemos besarnos sin temor en la boca.
                     La historia va despacio: va mucho más despacio que la noche.
                     Nada de todo esto ha ocurrido todavía jamás.”


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                     “Mientras borracho el viejo maestresala baila y se cimbrea, la mano en la cintura y la
               servilleta tremolando en el aire, nos miramos.
                     El placer que los jóvenes amantes encuentran uno en otro se instaló entre tú  y yo
               como un nuevo invitado.
                     Yo era tan joven como tú; quizá algo menos joven.
                     ¿O quizá yo era igual que el anciano maestresala, que danza con el rostro y el
               corazón marcados por el tiempo?”

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                     “En la canción que entonas, lo mismo que en la vida, la alegría y la tristeza son una
               sola cosa, la desesperación despierta el hambre, y también el deseo despierta el hambre del
               pan que no lo sacia.
                     Cantor, amigo mío, no sé si comeremos.
                     Es la noche tan larga y se acaba tan pronto que debemos, al menos, beber juntos.
                     Puede que así yo olvide mi hambre.”

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                     “No recuerdo una noche semejante: distintos son la bebida y el asiento.
                     Aunque sea tu brazo  mismo el que rodea mi cintura, y la misma la luna, como el
               asiento y la bebida yo soy otro también, y diferentes mi temor a la vida y mi ansia de la
               vida...
                     La noche, no; pero el amanecer siempre es idéntico cuando acaba la fiesta.
                     Para todos, copero.

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