Page 200 - Biografia
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Yo Beto: Una Historia Chévere para contar



               Me tocaba dormir sentado en una poltrona de los años de “upa” (eso sí, bastante
            cómoda y muy bien tapizada), estaba en un cuarto sucio, lleno de pulgas, oliendo a
            todo menos a bueno y como al viejito no le dejaron baño, tenía que orinar en un sifón
            y lavarse encima de un lavadero. Yo debía entrar a la 10 de la noche y salir antes de
            las 6 de la mañana, todo esto para que la nuera, que tenía el control de la casa, no se
            diera cuenta. Mi aseo personal lo hacía en el centro comercial metrópolis, en el día me
            rebuscaba el camello, cuando conseguía para el hotel, en la calle 68 con carrera 17,
            salvaba la noche (aquí entraba a las 6 de la tarde y debía salir antes de que llegara el
            dueño, a las 7 de la mañana, o si no, me cobraban mas). Pero cuando me tocaba donde
            Efraín que, a pesar de su generosidad y buena voluntad, pasaba una noche de perros.


               Aquí debo suspender mi relato, primero, porque estoy mamao de redactar y escribir y
            todavía me queda mucho por contar y segundo, como ha sido el estilo de este escrito,
            me gusta combinarlo con una charla amena, directa, mirándonos a los ojos y com-
            partiendo un trago, una cerveza, un almuerzo, un postre etc. Así a algunos lectores o
            lectoras no les guste, pero a eso estamos expuestos los escritores, al fin y al cabo, es
            mi estilo propio y punto…!


               Les narraba mi vida en esos días, pero si quieren más detalles, como por ejemplo,
            porque debí quedarme en el taller de Rodolfo Vargas, porque no pude volver al
            apartamento que tenía arrendado mi amigo Carlos Rodríguez, en la casa de Efraín
            Aguilar, porque uno de los nietos de Efraín (el mono) me prohibió la entrada a la
            casa de la mama…? la nuera de Efraín, todas estas preguntas se las contesto, si us-
            tedes desean, al calor de un ajiaco bien ricooo, sino, dejemos así ahijadito.


               Sigo con mis preguntas, cuanto me prestaba Efraín…?, esta si la contesto ya, mil
            pesos y dos panes diarios, a veces un café con leche, mientras el tomaba una
            leche caliente. Otra pregunta, que tenia que ver mi madre, después de 6 años de
            fallecida, con el nieto de Efraín, más conocido como “el mono”…? Esta también
            se la contesto ya. Resulta que el mono, es amigo del hijo de la señora Marina, vecina
            de nuestra casa, ambos taxistas, llegaban a las 5 o 6 de la mañana, los sábados y do-
            mingos, a lavar los carros, encima del andén de mi casa, y a quien creen que le tocaba
            enfrentarse a esos tipos...?, Claro, es correcta su respuesta, puesss a mí, porque ni
            modos que a mi madre (que ganas le sobraban) con 86 años, le tocara. Ese mismo ta-
            xista, ese mismo salvaje, es el nieto de Efraín, que después de los años, me lo vuelvo
            a encontrar, yo no lo sabía y mi madre, murió sin saberlo.


               … Y otra vez, las fuerzas oscuras actúan, estoy aquí sentado, en uno de los muros
            que hay a la salida de Cafam la Floresta, son las nueve de la mañana de este 11 de
            julio (día del cumpleaños de poncha, que en paz descanse), sin trabajo, los viajes como
            técnico vial, están suspendidos (esa es la gran noticia que me acaba de dar mi amigo
            Fabio López, contratista del ministerio de transportes) porque…? Porque dejaron ven-
            cer el permiso de carga extra dimensionada, debo aclara que este permiso no lo tramito




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