Page 205 - Biografia
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Jorge Humberto Barahona González
Ellos dos siempre fueron “parces”, “lla-
ves”, químicos aventajados para elaborar
este tipo de licor, eran cómplices de todas
las cosas buenas que sucedían en la casa
paterna. Yo en esa época estaba muy dis-
tanciado de la casa, si quieren saber por-
que…? Pueden leer en el capítulo “A los
21 años, me salieron de mi casa”, por lo
pronto, continuemos.
En mi alejamiento, Héctor Alfonso se con-
virtió en el hijo mayor que le hacía falta a
mi padre, fue su mano derecha. Aprovecho
este espacio para agradecerle a Héctor Al-
fonso, el haber acompañado a mi padre en
esos años de mi ausencia, ya que mi padre,
por su orgullo, y aunque no lo reconociera
abiertamente, sé que sufría mucho por su
muchacho, como me decía, así como yo
sufría en la distancia y la soledad por no
estar con él.
Descansemos un poco y vamos a comer-
ciales, no les parece…?, que tal un “Tigre
helado” y no nos pongamos tan trascen-
dentales, porque este libro no está escrito
para eso, al contrario, es para que los re-
cuerdos y “Retratos” sean chéveres, sean
“tigresamente” agradables. Lo único que
puedo decir a través de este escrito es,
gracias Héctor Alfonso Vigoya Ramos, por
haber sido tan buen yerno (me lo habían
pintado diferente y estaban muy equivoca-
dos) padre de mis sobrinos favoritos (no
tengo más) y excelente amigo de mi padre,
estoy seguro que tú lo hacías muy feliz
y tú lo eras también. Ahora sí, chin-chin y
tomémonos tres TIGRES seguidos, fondo
blanco, Ahh…! Que ricooo…!, bueno, reto-
memos, pero antes, cinco chin-chines más,
o sea “tigre ventiao”, si se le acabo, enton-
ces disfrutemos un granizado de néctar ver-
de, Ahh…! Que ricooo…!, nuevamente.
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