Page 56 - Contemplando
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A Ti vengo, poderosa Reina de Cielos y Tierra, socorre a mis hijos, es la sú-
plica que quiero hacerte. Los llevo en mi corazón, en ellos pienso al despertar
por la mañana, los tengo presentes en mis trabajos, y ellos son el último pen-
samiento al entregarme al sueño por la noche. ¡Mis hijos!, los quiero buenos,
los quiero santos, quiero que Tú los ames, que Tú los bendigas.
Recíbelos bajo tu manto; que tu maternal bendición los acompañe y que
tu Perpetuo Socorro los guarde y los conserve en el buen camino, los de-
fienda contra los enemigos del alma, los anime en sus luchas contra el mal,
y los sostenga en la práctica del bien. En Ti deposito toda mi responsabilidad
de madre.
Cuando en sus actos de piedad los veas que imploran las misericordias del
Señor, socórrelos, Madre mía.
Cuando el infierno trate de perderlos con los atractivos del placer, socórre-
los, Madre mía.
Cuando el Cáliz del dolor venga a probar su fe y su virtud, socórrelos,
Madre mía.
Para que en ansias de superación se acerquen a recibir los sacramentos, so-
córrelos, Madre mía.
Cuando tras el trabajo del día, se entreguen al descanso de la noche, socó-
rrelos, Madre mía.
Que tu maternal bendición descienda sobre ellos de día y de noche, en sus
alegrías y tristezas, en el trabajo y en el descanso, en la salud y en la enferme-
dad, en la vida y en la muerte, para que contigo y por Ti, ellos y yo podamos
ver, alabar y amar a tu Hijo y a Ti eternamente en el Cielo. Así sea.
El icono original está en el altar mayor de la iglesia de San Alfonso, muy
cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma. El icono de la Virgen,
pintado sobre madera, de 21 por 17 pulgadas, muestra a María con el Niño
Jesús. El Niño observa a dos ángeles que le muestran los instrumentos de su
futura Pasión mientras agarra fuertemente con las dos manos la de su Madre,
quien lo sostiene en sus brazos. El cuadro recuerda la maternidad divina de
la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte.
Según una tablilla colocada antiguamente al lado del icono con los oríge-
nes de la imagen, la cuna de este cuadro fue la isla de Creta, en el mar Egeo.
Un mercader sustrajo el icono de una iglesia, lo escondió entre su equipaje y
se embarcó rumbo a otras tierras. Durante la travesía sobrevino una gran tem-
pestad y los pasajeros se encomendaron a Dios y a la Virgen. La leyenda
cuenta que el mar recuperó su calma y el pasaje arribó a puerto seguro.
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