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padres de la iglesia comenzaron a perseguirla por teologizar como mujer, su respuesta fue un ejemplo de toda
su educación que ella peleaba para tener. Dijo, “Cuánto daño se [...] eliminaría si habían mujeres de mayor
educación, como decía San Pablo, y las instrucciones se transmitieran de un grupo a otro, como en el caso de
la costura y otras actividades tradicionales" (Murray). Termina con una de sus líneas más famoso, donde ella
argumenta que, "Una puede perfectamente filosofar bien mientras cocina la cena".
Eventualmente, bajo amenaza de ser censurada, Inés de la Cruz se vio obligada a vender todos sus libros y
obras. Todavía hoy, ella es honorada por ser una de las grandes pensadoras católicas de su época.
Pero las religiones nativas no fue las únicas religiones para ser sincretizadas con el catolicismo. También
religiones africanas tenían una influencia en la literatura latinoamericana. El escritor cubano Alejo Carpentier
propone en El reino de este mundo (1957), que la fe inquebrantable en los loas (espíritus) africanos en el
Vodou haitiano es lo que dio a los esclavos haitianos la fuerza de voluntad y la fuerza espiritual para derrotar
a los franceses y obtener la independencia (Gale). La influencia de estas tradiciones africanas más afectó la
literatura de Cuba y el Mar Caribe. Según Gale, la influencia de las tradiciones africanas dio a los novelistas
del Mar Caribe una manera de “[grabar y volver] a contar la gran historia de la experiencia indo-africana en
América”. Según Gale, “La teología cristiana, junta con mitos precolombinos y africanos, creó las condiciones
para el surgimiento de movimientos mesiánicos de diferentes órdenes religiosos y políticos. Algunos
anunciaron una segunda venida apocalíptica de Cristo coloreada por las religiones indígenas del Nuevo
Mundo y de África; otros anhelaban mesías políticas”. Para los escritores de la última parte del siglo XX
como Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, y Mario Vargas Llosa, en las palabras de Gale, ellos
“[encontraron] en estas profecías religiosas una metáfora de una revolución cósmica que, como el de Arawak
y la deidad quiché Maya Huracán, destruye un viejo orden de cosas”. La influencia de la religión estaba
revolucionando latinoamérica. Y esa revolución vino en los 1970s en la forma de la teología de la liberación.
La teología de la liberación fue un movimiento literario, religioso, y político todo en uno. Cómo explica Cook,
el teología de la liberación “destaca la preocupación social por los pobres y la liberación política de los
pueblos oprimidos” (203). En corto, la teología de la liberación fue un movimiento comprometido a cambiar
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