Page 319 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 14



               Galarza la prensa y las autoridades del deporte hayan hecho justicia.
               ¡Parabienes para un hermano del fútbol y de la vida!


               pAbLO hAnnibAL vELA CóRdOvA
               (EL REy dE LA CAnTERA)


               En el mundo del futbol ecuatoriano, no todos identifican plenamente
               por su nombre de pila a Ernesto Guerra Galarza, pero cuando dicen
               ‘El Trompudo’, ya se sabe que se trata del auténtico, genuino y singular
               jugador nacido en la Plaza del Teatro, la zona de los chullas quiteños
               (Deportivo Quito).

               Hablando de su brillante vida deportiva, viene a nuestra memoria,
               cuando Barcelona rompe el criollismo en el año 1958 y contrata a este
               quiteño y cumple con su cometido, y pocos saben que debutando en el
               Clásico del Astillero ante el Club Sport Emelec, hizo el gol del triunfo
               y fue paseado en hombros al final del partido.

               También recordamos cuando le marcó un golazo de ‘sombrerito’
               a Néstor Errea defendiendo a la Selección de Pichincha frente a los
               argentinos, que venían ganando 6 a 3 a la selección ecuatoriana en las
               eliminatorias para el mundial Chile 62.


               Aunque no lo vayan a creer, pero yo le tenía bronca al ‘Trompudo’,
               porque siendo entrenador del mejor Deportivo Quito de la historia,
               el de Luis Alberto Aguerre en el arco; en la defensa Lincoln Utreras,
               Arturo  Alvarado,  Héctor  de  los  Santos  y  Ramón  Valencia;  en  el
               medio campo Segundo Alava y Gonzalo Calderón y adelante ‘Petiso’
               Sánchez, Víctor Manuel Batainni, Oscar Milber Barreto y Francisco
               Contreras, llegó a Guayaquil y le ganó a Barcelona que era dirigido por
               Jorge Lazo Logroño. Con gol de Oscar Milber Barreto. Fue un triunfo
               espectacular de un equipo arrollador, armado a imagen y semejanza de
               un DT que dio el primer golpe de gracia en 1968.


               Esa es una, y la segunda estocada que me clavó en el corazón, es cuando
               empató con Barcelona en el estadio Monumental y ganó el título de
               campeón con Nacional. Me regaló la guayabera con la que dirigió ese

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