Page 320 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza



            partido. Ernesto también fue nominado merecidamente, entrenador
            del seleccionado ecuatoriano que participó en el Mundialito de Brasil
            en 1972, y luego para las eliminatorias del Mundial 78 de Argentina
            y la Copa América del 83, conquistando en Buenos Aires, ese empate
            que fue victoria, si Ortubé no le metía la mano al partido. Después con
            Nacional se subió tres veces al podio, mostrando su temple de ganador.
            Luego nunca dejó el futbol, porque tras retirarse de su función de
            entrenador, se convirtió en comentarista deportivo.

            Ernesto Guerra te paseaste por todo el Ecuador y recordamos cuando
            estuviste en Filanbanco y Marcelo Hurtado se comió el penal, sino
            también quedabas campeón con el equipo banquero.

            Te mereces todos los trofeos, como el que te confirió la Confederación
            Sudamericana de Fútbol, que constituye un gran orgullo para el país
            futbolero. ¡Que Dios te bendiga siempre!

            Un COMpAñERO y AMiGO EJEMpLAR


            Lo conocí desde que desarrollaba mis actividades como comunicador so-
            cial deportivo, allá por 1976. Lo recuerdo como Director Técnico, yo era
            reportero y lo miraba realizar sus entrenamientos, particularmente en el
            Aucas, en El Nacional y en la Selección ecuatoriana, siempre exigente con
            los jugadores, sobre todo con los goleros. Personalmente los preparaba y
            había que ver como los dejaba extenuados. Su liderazgo se basaba en las
            condiciones de motivador y el innato espíritu ganador que posee.

            No lo vi jugar, pero supe que era bueno, poseedor de una zurda
            envidiable y que hablaba como pocos en el campo de juego. Fue un
            típico ‘plazuela’ que se dio el lujo de ser el primer pichinchano en
            vestir la camiseta del Barcelona de Guayaquil, en los tiempos que el
            enfermizo regionalismo lo impedía a los serranos.


            Lo  traté  como  compañero  de  trabajo  cuando  incursionó  en  el
            comentario deportivo. Fue en el año 1998, cuando me nombraron
            Director de Deportes de Radio Sonorama. Los ejecutivos de la radio
            creyeron necesario reforzar el grupo de comentaristas con la presencia

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