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RASSINIER : La mentira de Ulises



                       dedos cargados de sortijas».
                            Este testimonio, al proceder de una persona preocupada por el sexo débil pero en
                       ningún modo por la política, no puede ser más concluyente. (Comunicado por Albert Paraz.)
                       [158]
                                                          EN POISSY

                            «En febrero de 1946 se encuentra Henry Béraud ( ) en el taller 14 del segundo piso de
                                                                   1
                       la prisión central de Poissy, con la cabeza rapada, chanclos y un traje de droguete. Bajo la
                       mirada de un vigilante que hace respetar la "ley del silencio", una ley que pesa sobre la prisión
                       día y noche, confecciona etiquetas con nudo americano o alambre enroscado por 0,95 francos
                       el millar.
                            »Estupidez penitenciaria: el jefe de la mesa es un ladrón profesional que tiene bajo sus
                       órdenes, además de Bérand, al general Pinsard, un coronel, dos presidentes de audiencia, un
                       fiscal, el redactor jefe del Journal de Rouen, un catedrático de universidad y algunos
                       periodistas.
                            »En su libro Salgo del presidio, uno de sus compañeros de prisión en Poissy, así
                       como en la isla de Ré, recoge las ganancias del presidiario Béraud durante el mes de abril de
                       1945: Trabajo manual: 15 francos. Descuento de la administración penitenciaria: 12 francos.
                       Remanente: 3 francos. Fondo de reserva: 1,50 francos. A disposición del preso: 1,50 francos.»
                            »Se trata de un trabajo de más de siete horas diarias. (La Bataille, 21 de septiembre de
                       1949.)

                                             PRISIONEROS ALEMANES EN FRANCIA
                            La Rochelle, 18 de octubre de 1948.-- El juez de instrucción de La Rochelle enterado
                       de los hechos escandalosos de los que se hizo culpable el ex oficial Max Georges Roux, de 36
                       años, que fue adjunto del comandante del campo de prisioneros alemanes de Chatelaillon-
                       Plage, los ha sometido ante el tribunal militar de Burdeos al que ha sido trasladado Roux. El
                       ex oficial purga actualmente una pena de 18 meses de prisión que le fue impuesta en La
                       Rochelle el pasado mes de agosto por abuso de confianza y estafas en perjuicio de diversas
                       asociaciones.
                            Infinitamente más graves son los delitos cometidos por Roux en el campo de
                       prisioneros. Se trata de auténticos crímenes y de

                       [159] una amplitud tal que parece difícil que sólo Roux lleve responsabilidad de ella ante los
                       jueces. En Chatelaillon, el innoble personaje hizo desnudarse a varios prisioneros de guerra,
                       por ejemplo, y les derribó a golpes de un látigo con plomo. Dos de los desdichados
                       sucumbieron a estas sesiones de látigo.
                            Un testimonio abrumador es el del médico alemán Klaus Steen, que estuvo internado
                       en Chatelaillon. Interrogado en Kiel, donde vive, Steen ha declarado que desde mayo a
                       septiembre de 1945 comprobó en el campo de prisioneros el fallecimiento de cincuenta de sus
                       compatriotas. Su muerte había sido provocada por una alimentación insuficiente, por los
                       ímprobos trabajos y por el perpetuo temor a ser torturados en el cual vivían los desgraciados.
                            El régimen alimenticio del campo, que fue puesto bajo las órdenes del comandante
                       Texier, consistía efectivamente en un plato de sopa clora con un poco de pan. El resto de las
                       raciones sin distribuir iba al mercado negro. Hubo un período en el que el porcentaje de los
                       disentéricos alcanzó el 80 por ciento.
                            Texier y Roux, con sus subordinados, sometían además a los prisioneros a unos
                       registros quitándoles todos sus objetos de valor. Se valora en cien millones el total de los
                       robos y de las ganancias obtenidas por los gangsters con galones. Tenían tan bien organizado
                       su negocio que los billetes de banco y las joyas eran enviados directamente a Bélgica en
                       automóvil.
                            Es de esperar que con Roux serán encarcelados pronto en el fuerte del Hâ los otros
                       culpables y que será tomada una sanción ejemplar contra estos verdaderos criminales de
                       guerra. (De los diarios, 19 de octubre de 1948.)



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                         Periodista y novelista francés que obtuvo el premio Goncourt en 1922 con su obra Le Martyre de l'Obèse. Salió
                       de la prisión en grave estado el año 1950 y murió poco después. (N. del T.)

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