Page 388 - Mahabharata
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               el barco, debemos cruzar los remolinos que representan los repetidos nacimientos. En
               el río del alma, los méritos espirituales constituyen sus baños sagrados, la verdad sus

               aguas, el autocontrol sus orillas y la ternura sus olas. Los justos se purifican mediante un
               baño en este río, porque el alma es sagrada y el mérito supremo es la ausencia de deseo.
                   Dhritarashtra le dijo:
                   —Háblame más del alma, dime cómo podré encontrarme en este cuerpo con el
               antiguo y Eterno Uno. Dime lo que es la muerte.
                   Vidura dijo:

                   —Mi señor, he nacido en la orden de los sudras y por lo tanto no puedo aventurarme
               a decir más de lo que ya he dicho. El anciano y eterno rishi Sanatsujata, te hablará de
               estos temas, le llamaré ante ti.
                   Vidura meditó en el gran rishi y éste viendo que le llamaba la mente de Vidura acudió
               allí. Vidura le dijo:

                   —Hay una duda en la mente del rey que sólo puede ser aclarada por ti, reverendo.
               Por favor, háblale.
                   Dhritarashtra expuso al rishi sus dudas sobre la muerte y el anhelo de Brahma.
               Sanatsujata dijo:
                   —Te daré mi opinión. Los sabios piensan que la muerte resulta de la ignorancia. La
               ignorancia es la muerte y por lo tanto el conocimiento, la ausencia de ignorancia, es la
               inmortalidad. La muerte no devora a las criaturas como un tigre; su forma es inconcebible.
               Por eso, para salvar este hecho, algunos imaginan que Yama es la muerte, pero esto,
               sin embargo, es mera elucubración mental. La búsqueda de Brahma o conocimiento de
               sí mismo es la inmortalidad. El imaginario dios Yama tiene sus dominios en la región
               de los pithris. A sus órdenes, la muerte, en forma de ira, ignorancia y codicia, aparece
               entre los hombres. Dominados por el orgullo, los hombres caminan por los senderos del
               mal y ninguno de ellos tiene éxito en alcanzar su verdadera naturaleza. Oscurecido su
               entendimiento y dominados por las pasiones, dejan sus cuerpos y caen repetidamente al
               infierno, seguidos siempre por sus sentidos y así es como la ignorancia recibe el nombre
               de muerte.

                   »Los hombres que desean los frutos de sus acciones, se dirigen al cielo cuando llega
               el momento, dejando sus cuerpos; no obstante no pueden evitar la muerte, porque
               cuando se acaban los méritos de sus acciones, caen y vuelven a nacer inevitablemente.
               Las criaturas encarnadas, por ser incapaces de obtener el conocimiento de Brahma y
               por su conexión con los disfrutes mundanos son obligadas a pasar por una rueda de
               renacimientos, arriba y abajo y alrededor. La natural inclinación del hombre a perseguir
               cosas irreales sólo se debe a la seducción de los sentidos. El alma constantemente afectada
               por la persecución de objetos irreales adora sólo los disfrutes que la rodean. El deseo
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