Page 120 - Pacto de silencio
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«Nos lo propuso Ciríaco de Vicente, concretamente en la sede de la asociación
que teníamos antiguamente. Pues caímos en la trampa cuatro o seis
compañeros, y después cuando hemos presentado cara sobre ese problema, que
han visto que estábamos enclavados en el PSOE, y han visto que somos, no
niños rebeldes, sino que no tragamos por lo que el partido quiera meternos, se
nos expulsa, diciendo que no acatamos los estatutos del Partido Socialista. No
los podemos acatar, porque una cosa es que nos metan manipulados, y otra cosa
es qué quieran que juguemos con la enfermedad de las personas. Yo en ningún
momento me oculto de decir que sí, que he pertenecido en un momento, pero que
no va a jugar nadie con la salud de mis compañeros, ni con la mía propia,
ningún partido político. Podemos decir que también recibimos ofertas de
Alianza Popular, del Partido Comunista… y a todo el mundo le hemos dicho lo
mismo: que para escarmiento hemos tenido bastante con uno, y que ya no
queremos ningún tipo de partido político. Por eso esta junta directiva ha
respetado siempre y respeta el ideal libre y la opinión de cada afectado y cada
directivo.
»No asociación política, porque en los estatutos consta así. Ves un poco lo que
es la presión, la organización, el buen consejo… Yo también te puedo decir que
en aquella época en que me enclavé en el Partido Socialista, yo tuve una
invitación de Ciríaco de Vicente, para proponerme como concejal o delegado
del Ayuntamiento, dentro de las filas socialistas. Renuncié a ello, porque sabía
que era una manipulación. Que en cierta firma trataba de comprársenos. No, es
que el Partido Socialista ha hecho mucho daño al afectado, en todos los
sentidos. Desde ponernos las cosas bonitas cuando estaba en la oposición, a
destruirnos totalmente cuando está en el poder».
Son palabras del presidente de la asociación de afectados FUENTOX, de
Fuenlabrada, que no constituyen más que una ínfima parte del intrincado problema
que representa en estos momentos la casi inabarcable bola de desatinos e intereses
que desde el 1 de mayo de 1981 ha venido generando el envenenamiento objeto de
este libro.
Pero no perdamos de vista la grave responsabilidad que emana del problema
principal de este capítulo: al haberse descartado el aceite como causa del
envenenamiento —no por parte de la Administración, ya lo sé, pero sí por parte de
científicos que aplicaron la lógica a sus investigaciones, y que ademas comunicaron
sus avances una y otra vez a la Administración—, y detectarse vestigios de pesticidas
organofosforados en la leche que constituía el único alimento que desde su
nacimiento había ingerido una lactante afectada del síndrome tóxico, se debía de
haber investigado con todos los medios disponibles y con carácter de máxima
urgencia, la vía y forma en que un organofosforado podía haber causado el
envenenamiento masivo. Tirar del hilo hasta llegar al ovillo. En beneficio de los
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