Page 159 - El judío internacional
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en los bandos públicos, por constituir una limitación de los derechos hebreos y una denigración de
dicha raza. - Numerosos funcionarios del Estado, de nacionalidad hebrea, fueron reprendidos por el
presidente del Comité judeo-norteamericano, Marshall, por no haber tachado el termino "cristiano"
en documentos sobre solicitudes de caridad publicados por sus subordinados. Existía en el libro de
instrucciones para los aspirantes a oficiales del ejercito, una máxima que decía: "El oficial ideal es el
caballero cristiano". Los hebreos lograron la suspensión de todo el libro. Cierto informe de la Kehilla
neoyorquina del año 1920, deja constancia que varios diarios de Nueva York en sus llamados a la
caridad publicados por casas comerciales, habían dejado pasar el término "cristiano". Se les
reprendió, pidieron perdón y prometieron utilizar en lo futuro la censura más rigurosa. El termino
"judío", en igualdad de casos, no se critico. ¡Estos son, en realidad, los "derechos hebreos"!
Pero hay más: la Kehilla incluso condenó el concepto de "americanización", porque puede quizá
identificarse con "cristianización". Debe entenderse bajo "americanización" hacer prosélitos.
Es frecuente que los hebreos de Nueva York acosen los Tribunales de Jurados, ante los que se
dirimen pleitos judíos. Estudiantes de Derecho hebreos, que abundan en Nueva York, se "ganan" la
vida con la ayuda de "dietas de jurados".
Consiste otro "derecho" hebreo en que la United Press, (la mas importante agencia noticiosa
norteamericana) no publique sino lo que convenga a los judíos, y que en lo referente al tono, no se
aparte del que ellos deseen. El hecho evidente de que haya perdido esta agencia en los últimos
años algo de su fama, puede explicarse por aquello de sucumbiera demasiado a la influencia
hebrea. Se dice a menudo que "la U. P. aplica a todas las informaciones cierto tinte neoyorquino",
entendiéndose que un 85 por ciento de la información es de origen semita.
Podrían aducirse hasta lo infinito ejemplos y pruebas de que el pretexto de los "derechos judíos" no
es otra cosa que la ocultación de un ataque sistemático contra viejos y bien fundados derechos
norteamericanos. Nunca, en parte alguna, se limitaron los derechos hebreos. Debe llamar la
atención el hecho de observar en tres informes de la Kehilla y del Comité, cuan enorme extensión
ocupa en su actuación esa cruel ofensiva directamente anti-cristiana. Según estos, el hebraísmo
considera un derecho suprimir todo cuanto pueda recordar al cristianismo o a su fundador. Existe
intolerancia religiosa, en efecto, pero ¿de parte de quien? De los hebreos. Antaño, tales ataques
eran casos aislados, pero aumentaron visiblemente en número e intensidad desde la fundación de
la Kehilla y del Comité judeo-norteamericano. Y es lo hipócrita del método, que muchas veces
dichos ataques parecen preocuparse seriamente por la observancia de ciertas doctrinas cristianas.
"Nosotros os dimos vuestro Redentor. Os enseña Este que améis a vuestros enemigos: ¿por que,
entonces, no nos amáis a nosotros?" El modo como los hebreos interpretan el amor al enemigo, lo
podrán atestiguar ciertos hechos tomados al azar del almanaque judío de 1912-13. Conceptúa la
Kehilla las frases contenidas en avisos periodísticos, tales como: "se prefiere a un cristiano", o "a
personas judías se les ruega no molestarse" como un "incremento amenazador del menosprecio
hacia los judíos, siendo de advertir que numerosas casas de comercio que se relacionan con casas
hebreas, expresan tal opinión a pesar de todo".
1918-19. Se habían solicitado en cierto aviso carpinteros cristianos para un campamento. A la
inmediata protesta por parte de los hebreos, contestó el secretario de Guerra, Baker, expresando
que a los concesionarios se les había prohibido publicar en lo sucesivo avisos tan ofensivos.
Se halló el siguiente párrafo en cierta orden del día dirigida a los médicos militares: "Los de sangre
extraña, particularmente los judíos, están mas predispuestos, que los hijos del país, a fingirse
enfermos". El presidente del Comité judeo-norteamericano, Marshall, exigió telegráficamente del
Inspector-medico en jefe, que prohibiera de inmediato la ulterior propagación de dicho párrafo,
retirando por telégrafo las ordenes ya circuladas, y que declarara oficialmente que de los Archivos
de los Estado Unidos se retiraría semejante reproche contra tres millones de ciudadanos
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