Page 216 - El judío internacional
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judíos los intereses de todas las partes del mundo.
Resulta interesante leer al respecto lo que dice el Protocolo núm. 6: "Al siguiente día de la
catástrofe política (¡!) empezaremos ya a crear poderosos monopolios y acumulaciones de riquezas,
frente a los cuales las mayores fortunas no-judías quedaran dependientes en tal forma, que por
fuerza se resquebrajaran, y con ellas todo crédito nacional".
"Al propio tiempo será preciso instigar enérgicamente el comercio y las industrias, y
particularmente la especulación, cuya tarea consistirá en servir de contrapeso a la industria. Sin
ella, la industria aumentaría la opulencia general, mejorando, asimismo, la situación de la
agricultura, y llegaría a ponerse en condiciones de emanciparse de sus deudas a los Bancos
hipotecarios. Mediante la industria se evacuara el campo llano, tanto de hombres, como de capital.
Con la especulación deberá afluir el dinero de todo el mundo a nuestras manos. A fin de destruir la
industria de los infieles, despertaremos en ellos la sed de toda índole de lujos, como estimulo para
la especulación".
Queda aquí establecida netamente la idea de que los derroches y las deudas, favorecen el poderío
del prestamista hebreo. No acredita este, dinero para fortificar, las industrias, sino para explotarlas.
Cualquier opulencia independiente, industrial o agrícola, amenaza su preponderancia mundial. Debe
la industria, entonces, refrenarse por medio de la especulación, que se aumentara a su vez con el
cotidianamente más creciente lujo. Un pueblo trabajador puede muy pronto librarse de deudas con
el producto de su trabajo. Por eso es preciso despertar en él apetitos nuevos y mantenerlo en la
esclavitud deudora. Consiste uno de los medios para ello en "deshabituar" a la vida del campo.
"Lograremos por la fuerza el aumento de jornales, mas no serán beneficiosos para los obreros
porque al propio tiempo aumentaremos los precios de todas las necesidades de la vida, con el
pretexto de que es el resultado de la crisis de la agricultura y la ganadería. Socavaremos también
profunda y artificialmente, las fuentes de toda sana producción, a fin de infiltrar a los obreros ideas
ácratas e inducirles al alcoholismo..."
Ocurrió todo esto realmente y es conocido de todo el mundo o Conserva el Museo Británico de
Londres desde el año 1906 un ejemplar impreso de dichos "Protocolos". ¿Los redactó, pues, un
profeta, que supo místicamente prever los acontecimientos, o más bien un poder que fríamente los
prefijara?
El plan mundial judío, tal como se muestra en dichos Protocolos, se basa especialmente en
premisas económicas falsas, a cuya adopción es preciso inducir a gobiernos y pueblos. Mas estas
no solo son falsa, sino que se esgrimen conscientemente al objeto de engañar, tornándose
irrealizables.
Los conceptos efectivos que tiene el judío de la vida económica, son absolutamente distintos de
aquellos que enseñan a los infieles. Los financistas judíos conocen mejor que nadie lo
rematadamente absurdo del sistema financiero vigente, pero extraen su provecho de dicho
absurdo, destruyen la sociedad no-judía y fortifican así el predominio pan-judío. Se esfuerzan con
toda energía en mantener este sistema falso, hasta tanto nos lleve al inevitable derrumbamiento.
Desearían, entonces, reedificar el mundo de acuerdo con los principios financieros verdaderamente
hebreos. El falso sistema sirve solo para la era todavía no-judía. Que efectivamente, se trata la vida
económica actual, esta demostrado en el tercer Protocolo. Se dice allí, luego de haberse indicado
los medios conducentes a instigar el odio de las clases bajas contra los ricos: "Aumentara esta
enemistad todavía a raíz de situaciones criticas, que lleven a catástrofes bursátiles y a la
paralización de todo el mecanismo. Cuando hayamos provocado la crisis económica general por
todos los medios subterráneos de nuestras manos, provocaremos en toda Europa, con las masas
de obreros, conflictos callejeros. Los obreros derramaran la acostumbraron desde su infancia a
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