Page 80 - El judío internacional
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Bretaña, para crear en esa forma un precedente en favor nuestro. Tarde o temprano preciso será
                  resolver la cuestión de oriente y esta involucra en sí la de la Palestina. Gran Bretaña, que dirigió
                  una nota diplomática formal al congreso sionista - sujetó este a su vez al programa de Basilea, -
                  Gran Bretaña, pues, lleva la voz cantante y decisiva en la solución de la cuestión oriental, y Herzl
                  comprendió que su obligación era mantener valiosas relaciones con esta gran potencia progresista.
                  Herzl sabe que nos hallamos frente a una inmensa conflagración mundial. Tal vez muy pronto se
                  convocará una especie de congreso mundial y Gran Bretaña, la grande, libre y poderosa Britania,
                  proseguirá entonces la obra, que inició con su magnánima oferta d rigida al sexto congreso sionista. i
                  Y si me preguntáis ahora lo que tenga que ver Israel con Uganda, os repetiré las palabras del gran
                  estadista de Cerdeña, aplicadas ahora a nuestro caso y en nuestro sentido. Os diré las palabras
                  siguientes, como si os mostrara los peldaños de una escalera que lleva cada vez más hacia arriba:
                  Herzl, el congreso sionista, la proposición británica de Uganda, la futura guerra mundial, la
                  conferencia de paz, donde con la ayuda de Gran Bretaña se creará una Palestina libre y judía".

                  "Cayeron estas palabras sobre nosotros como imponente trueno; todos temblábamos de asombro y
                  veneración, como ante una visión. Y repercutían en mis oídos las palabras de nuestro gran
                  hermano Achad Haam, que había juzgado el discurso de Nordau pronunciado en el primer congreso
                  sionista, diciendo: "tengo la sensación de que nos ha hablado uno de los grandes profetas
                  antiguos, que está voz descendió de las libres montañas de Judea, y nuestros corazones ardían al
                  oír sus palabras tan llenas de milagros, sabidurías y visiones".

                  Lo más raro de todo este relato es que semejante artículo pudiera imprimirse. Mas téngase en
                  cuenta que no se imprimió sino después de la declaración Balfour acerca de la Palestina y
                  seguramente no se hubiese impreso jamás, si los judíos no estuviesen en la creencia de que gran
                  parte de su plan estaba ya realizado. El hebreo no se descubre nunca hasta que cree haber ganado
                  la jugada, después se abandona. A los hebreos sólo en 1903 se les descubrió el programa "de la
                  escalera" con sus peldaños: guerra mundial futura, conferencia de paz, la Palestina judía. Al
                  suponer que habían llegado al peldaño más alto, dejaron que se hablase públicamente del asunto.

                  Algo muy parecido nos lo ofrece también la tragedia del zar de Rusia. Al conocerse en Norteamérica
                  su destronamiento, provocó este suceso gran júbilo en Nueva York, y un personaje no judíos de
                  universal renombre pronunció un discurso, en el cual enalteció a un hebreo de gran autoridad
                  nacional (Jacobo Schiff, jefe de la mayor casa bancaria norteamericana de Kuhn, Loeb y Cia.,
                  recientemente fallecido), por haber preparado la caída del emperador con el dinero facilitado por el,
                  y con el que durante la guerra ruso japonesa propagáronse ideas subversivas entre los prisioneros
                  rusos en el Japón. Este hecho no llegó conocerse sino luego de haberse ganado la jugada. No
                  deberá tampoco olvidarse que los que representaron el último acto de este cruento drama, los
                  asesinos de Nicolás Romanof, de su esposa, de sus jóvenes hijas y de su hijito enfermo, fueron
                  "cinco diputados soviéticos, todos ellos judíos". Lo que había comenzado con ayuda de un
                  financista norteamericano, terminó sangrientamente con los diputados bolcheviques hebreos.

                  ¿Previeron, entonces, los judíos internacionales en 1903, la conflagración mundial? Ofrece para ello
                  el relato de Rosenthal sólo la fracción de una prueba. Y ¿únicamente la previeron? Más valdría que
                  así fuese; pero existen también hechos que demuestran que hasta la prepararon.

                  Rogamos por lo pronto al lector que retenga en su memoria dos frases características de la citada
                  obra de Rosenthal: "acaso os interese saber que la mano derecha de Cavour, su íntimo amigo y
                  consejero, su secretario Hartum, fue heb reo". Así habla hasta el mismo judío. Si el Dearborn
                  Independent u otro diario o revista neoyorquina o de Chicago repasase la lista de los secretarios de
                  los poderosos de este mundo apuntando detrás del apellido respectivo: "su secretario: un judío", es
                  seguro que la liga ante difamatoria hebrea publicaría grandes circulares de protesta. Según los
                  judíos, no debe permitirse a los no judíos aquello mismo que a ellos le es tolerado. Si escribiera
                  alguien sobre la personalidad política de Hartum, tendría que designarla como "italiana".







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