Page 66 - Teodoro Herzl El Estado Judio
P. 66
EL ESTADO JUDÍO
reunido el dinero necesario por simple deliberación en el seno de
los grupos financieros existentes. Tendría la gran ventaja de que los
billones, para quedarnos con el monto que hemos admitido, no ten-
drían que ser pagado de inmediato. Tendría, además, la ventaja de
que también el crédito de estos grupos financieros redundaría en
beneficio de la empresa. La potencia financiera de los judíos alma-
cena muchísimas fuerzas políticas no aprovechadas. Esta potencia
financiera es, al decir de los enemigos del judaísmo, muy eficaz, pe-
ro la realidad es otra. Los judíos pobres sienten sólo el odio que
provoca esta potencia financiera, mas no les alcanza para mitigar
sus sufrimientos, cosa que podría ser conseguida. La política de cré-
ditos de los grandes financieros judíos tendría que ponerse al servi-
cio de la idea popular. Pero, si estos señores, tan contentos de su
situación, no sienten la necesidad de hacer algo por sus hermanos
de raza, a los que injustamente se hace responsables de las grandes
fortunas de algunos de entre ellos, la realización de este plan dará
ocasión de llevar a cabo una rigurosa separación entre ellos y los
demás sectores del judaísmo.
Por otra parte, no se le exige a la alta banca que facilite una su-
ma tan enorme como un acto de caridad. Esto sería una pretensión
insensata. Los fundadores y accionistas de la Jewish Company rea-
lizan, más bien, un buen negocio y podrán darse cuenta, de antema-
no, de las probabilidades favorables o desfavorables que ofrece. Va-
le decir que la Society of Jews facilitará todos los documentos y ex-
pedientes, por los que conocerán las probabilidades favorables o des-
favorables de la Jewish Company. La Society of Jews habrá inves-
tigado, en especial, el alcance del nuevo movimiento judío y podrá
dar a los fundadores de la Company datos exactos del número de in-
teresados con que se podrá contar. Instituyendo la moderna estadís-
tica judía, que ha de abarcar todos los aspectos de la vida judía, la So-
ciety hará las veces de una “Société d’etudes” de la Company, tal
como se acostumbra organizarlas en Francia, antes de pasar a la fi-
nanciación de una grandísima empresa.
Sin embargo el asunto no obtendrá, tal vez, la preciosa aproba-
ción de los magnates judíos del dinero. Quizás traten de encender
la guerra contra nuestro movimiento judío por medio de sus servi-
dores y agentes secretos. Una lucha semejante, como cualquier otra
67