Page 71 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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EL ESTADO JUDÍO
No tenemos que indicarle su tarea a nuestros intelectuales. Todo
el que se adhiera a la idea nacional sabrá cómo ha de obrar, en su
círculo, para propagar e incitar a la colaboración activa. Sobre todo
apelaremos a la colaboración de nuestros médicos espirituales.
Nuestros rabinos
Cada grupo tiene su rabino que acompañará a su comunidad. To-
dos se agrupan libremente. El grupo local se reúne en torno del ra-
bino. Hay tantos grupos locales como rabinos. Los rabinos serán
también los primeros en comprendernos, los primeros en entusias-
marse con la causa y, desde el púlpito, animarán a los demás. No se
necesita convocar asambleas ni reuniones. La prédica se intercala en
el servicio divino. Y así ha de ser. Reconocemos nuestra conexión
histórica sólo por la fe de nuestros padres porque, desde hace mu-
cho, nos hemos adueñado de los idiomas de diversas naciones.
Ahora bien, los rabinos recibirán regularmente las informaciones
de la Company y las darán a conocer y explicarán a su comunidad.
Israel rogará por nosotros y por sí.
Hombres de confianza de los grupos locales
Los grupos locales elegirán pequeñas comisiones de hombres de
confianza bajo la presidencia de los rabinos. Estas deliberarán y de-
cidirán, sobre todo, la parte práctica, según las necesidades locales.
Las instituciones de beneficencia son transplantadas libremente
por los grupos locales. Ellas seguirán actuando también en el nuevo
país, en su antiguo grupo local; los edificios, a mi parecer, no ten-
drían que ser vendidos, sino destinados a los menesterosos cristianos
de las ciudades abandonadas. En la repartición de tierras en el nue-
vo país, se considerará esto a favor de los grupos locales, quienes re-
cibirán por ello, terrenos gratis para la construcción y toda clase de
facilidades para edificar.
En la transplantación de instituciones de beneficencia, como en
muchos otros puntos de este plan, se ofrece nuevamente la ocasión
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