Page 72 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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THEODOR HERZL
            de hacer un intento en favor de la humanidad entera. Nuestra desor-
            denada beneficencia privada hace poco bien en relación a los gran-
            des gastos. Las instituciones de beneficencia pueden y deben adap-
            tarse a un sistema según el cual se complementen mutuamente. En
            una sociedad nueva puede crearse esta organización tomando como
            base la conciencia moderna y todas las experiencias político-sociales.
            El asunto es muy importante para nosotros porque tenemos muchos
            mendigos. Los débiles de carácter entre nuestras gentes, se abando-
            nan fácilmente a la mendicidad debido a la presión exterior que los
            desanima y a la caridad indulgente de los ricos que los echa a perder.
               La  Society, ayudada por los grupos locales, prestará la mayor
            atención a la educación del pueblo en lo tocante a esto. Para muchas
            fuerzas que se marchitan inútilmente se creará, sin duda, un terreno
            fértil. El que tenga solamente buena voluntad ha de ser empleado
            convenientemente. No se tolerará a los mendigos. El que no quiera
            trabajar por su cuenta, lo hará en la casa de corrección.
               Pero nos oponemos a mandar a los viejos a los asilos.
               El asilo es uno de los beneficios más crueles que nuestra bondad
            ha inventado. En el asilo, el viejo se avergüenza y se siente humilla-
            do hasta morir. A decir verdad ya está enterrado. Mas nosotros que-
            remos dejarles hasta el final la ilusión de su utilidad, aun a aquéllos
            que están en los más bajos peldaños de la inteligencia. Los que son
            incapaces de realizar trabajos físicos, han de recibir otros más fáci-
            les. Debemos contar  con los pobres atrofiados de una generación
            que ya ahora se está ajando. Pero las generaciones venideras han de
            ser educadas de otra manera, en la libertad y para la libertad.
               Buscaremos, para todas las edades, para todos los órdenes de vi-
            da, la felicidad moral que proporciona el trabajo. De esta manera
            nuestro pueblo recuperará su vigor en el país donde la jornada será
            de siete horas.



            Planos de ciudades


               Los grupos locales confiarán la elección del lugar a sus represen-
            tantes. Al repartir la tierra, se prestará debida atención al transplan-
            te sin ocasionar perjuicios y conservar todo lo justo. En los grupos


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