Page 73 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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EL ESTADO JUDÍO
         locales se exhibirán los planos de las ciudades. Nuestras gentes sa-
         brán de antemano adónde van, en qué ciudades y en qué casas ha-
         bitarán. Ya se habló de los planos de construcción y de las copias de
         comprensión accesible y que han de ser repartidas entre los miem-
         bros de los grupos locales.
            Así como el principio que rige en la administración es el de una
         rígida centralización, el que rige en los grupos locales será el de la
         más completa autonomía. Sólo así podrá realizarse la transplanta-
         ción sin pena.
            No me lo imagino más fácil de lo que es; pero tampoco se debe
         imaginarlo más difícil de lo que es.


         La emigración de la clase media


            La clase media será arrastrada, sin quererlo, por el movimiento.
         Unos ya tienen a sus hijos en el nuevo país, en calidad de emplea-
         dos de la Society o de la Company. Abogados, médicos, técnicos de
         todas las especialidades, comerciantes jóvenes, todos los judíos que
         quieren hacerse de una posición y que ahora, debido a la presión que
         pesa sobre ellos en sus respectivos países, se dirigen a otras partes
         del mundo para ganarse la vida por medio de su trabajo, todos ellos
         se reunirán en la tierra henchida de esperanzas. Otros, han casado a
         sus hijos con gentes de altas miras. Luego, algunos de nuestros jóve-
         nes harán venir a sus esposas, otros a sus padres y hermanos. En la
         cultura nueva, la gente se casa joven. Esto no puede resultar sino be-
         neficioso para la moralidad general y obtendremos descendientes
         fuertes, no enclenques, frutos de matrimonios tardíos, cuyos contra-
         yentes han gastado previamente sus fuerzas en la lucha por la vida.
            En la burguesía, cada inmigrante trae a otros tras de sí. Va de su-
         yo que a los más animosos, pertenece lo mejor del nuevo mundo.
            Ahora bien, parece, con todo, que en esto estribará la máxima di-
         ficultad del plan.
            Aun en el caso de que logremos plantear seriamente el problema
         judío para que sea discutido por el mundo; aun cuando de esta dis-
         cusión resulte cierto que el Estado Judío es una necesidad universal;
         aun cuando alcancemos la soberanía de un territorio con la ayuda de


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