Page 77 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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EL ESTADO JUDÍO
         hago como si lo creyera. No quiero, verdaderamente, excitar pasio-
         nes sino apaciguarlas.
            ¿Tengo que explicar aún el fenómeno de la multitud y el modo de
         llevarla a puntos que parezcan apropiados, en lo que atañe a las pe-
         regrinaciones?
            No quisiera herir los sentimientos sagrados de nadie por medio de
         palabras que podrían ser interpretadas falsamente.
            Sólo indico, someramente, lo que la peregrinación a la Meca
         significa para los mahometanos, Lourdes para el mundo católico
         y otros innumerables puntos de donde la gente vuelve consolada
         por su fe, entre otros, las romerías para ver la túnica sagrada en
         Tréveris. Así también nosotros estableceremos metas para la pro-
         funda necesidad religiosa de nuestros hombres. Nuestros rabinos
         serán, ciertamente, los primeros en comprendernos e irán con
         nosotros.
            Queremos hacer feliz, a cada cual a su manera, en el nuevo país.
         También, y ante todo, a nuestros queridos librepensadores, nuestro
         ejército inmortal, que conquista siempre nuevos horizontes para la
         humanidad.
            A nadie se le ha de imponer sujeción alguna, fuera de la necesa-
         ria para el mantenimiento del Estado y del orden. Y lo que sea nece-
         sario para este fin, no será fijado de una manera variable y al arbi-
         trio de una o varias personas, sino que se apoyará sobre leyes de
         bronce. Si ahora se quisiera deducir precisamente de los ejemplos
         traídos a colación, que la multitud sólo puede ser llevada transitoria-
         mente a tales puntos, metas de la fe, del trabajo, o del placer, resul-
         ta sencillos refutar esta objeción. Una sola meta no puede atraer a
         las masas. Todos estos puntos de atracción juntos son apropiados
         para retenerlos y satisfacerlos permanentemente. Puesto que estos
         puntos de atracción reunidos forman una gran unidad, buscada du-
         rante largo tiempo y hacia la cual nuestro pueblo no ha dejado de as-
         pirar, por la que se ha conservado, por la que fue conservado en la
         opresión: la patria libre. Si el movimiento se origina, atraeremos a
         unos, seguirán otros, arrastraremos a los demás y los últimos serán
         empujados tras de nosotros.
            Los que se retrasen se encontrarán en peor situación, tanto en su
         país como en el nuevo.


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