Page 82 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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EL ESTADO JUDÍO
beneficio de dominus del pueblo, al cual pertenece naturalmente el
gestor mismo.
El gestor administra una propiedad de la que es copropietario.
De ello obtiene, con seguridad, el conocimiento de las situaciones
difíciles que demandan la intervención y la dirección, tanto en tiem-
po de guerra como de paz; pero bajo ningún concepto se confiere
a sí mismo, como copropietario, una misión válida. En el mejor de
los casos puede sólo contar con la adhesión de los innumerables co-
propietarios.
El Estado nace como resultado de la lucha de un pueblo por su
existencia. En esta lucha no es posible salir al encuentro de una mi-
sión conveniente. A buen seguro, que fracasaría cualquier empresa
que quisiera alcanzar, primeramente, una determinación formal de la
mayoría. La escisión interna privaría al pueblo de defensa contra la
crisis externa. No es posible poner de acuerdo a todo el mundo. Por
eso, el gestor toma el mando y marcha a la cabeza.
El gestor del Estado está suficientemente autorizado cuando la co-
sa pública está en peligro y el dominus está incapacitado para ayu-
darse a sí mismo por pusilanimidad o por otros motivos.
Pero, debido a su intervención, el gestor queda obligado para con
el dominus de manera casi análoga a la de un contrato, quasi ex
contractu. Esta es la relación jurídica preexistente al Estado o, me-
jor aún, que nace con él.
El gestor debe responder, pues, por cualquier descuido, también
de los negocios a su cargo, que no se han llevado a buen término
por su culpa o por negligencia de todo cuanto se relaciona con aque-
llos, etc. No quiero explicar aquí más detalladamente la negotiorum
gestio y su aplicación al Estado. Esto nos alejaría demasiado del
asunto que tratamos. Limitémonos a citar lo siguiente: “De ser auto-
rizada la gestión, ésta resulta tan eficaz para el dueño del negocio co-
mo si se hubiera llevado a cabo, desde un principio, de acuerdo con
sus órdenes”.
¿Y qué significa todo esto en nuestro caso?
El pueblo judío está imposibilitado, actualmente, a causa de la
diáspora, de dirigir en forma personal sus asuntos políticos; además
está, en mayor o menor grado oprimido, en muchos lugares. Nece-
sita ante todo un gestor.
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