Page 70 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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THEODOR HERZL
La emigración colectiva
Nuestras gentes han de emigrar juntas, en grupos. En grupo de fa-
milias y de amigos. A nadie se le obliga a agregarse al grupo del lugar
en que ha vivido hasta ahora. Cada cual, después de haber liquidado
sus asuntos, puede viajar como quiera. Cada cual lo hace, ciertamen-
te, por cuenta propia, en la clase de ferrocarril y de buque que más le
place. La diferencia de fortunas perturba, en tan largos viajes, a los
más pobres. Y aunque no llevamos a nuestras gentes a una diversión,
no queremos, sin embargo, turbarles su buen humor en el viaje.
Nadie efectuará el viaje en la miseria. Se hará todo lo posible pa-
ra rodearlos de bienestar. Mucho antes de la partida, se convendrá la
emigración común (en el mejor de los casos transcurrirán aún años
hasta que pueda llevarse a cabo el movimiento en ciertas clases); las
gentes de posición holgada se reunirán en grupos de viaje. Cada uno
llevará a sus relaciones personales. Sabemos ciertamente que, excep-
ción hecha de los más ricos, los judíos casi no tienen trato con los
cristianos. En muchos países sucede que el judío que no mantiene
unos cuantos gorristas, gente que viven de su crédito y adulones, no
conoce a cristiano alguno. El gueto persiste interiormente.
Por consiguiente, la burguesía se preparará larga y cuidadosamen-
te para la partida. Cada lugar constituye su grupo. En las grandes ciu-
dades se forman muchos, según los distritos, que se relacionan entre
sí por medio de representantes escogidos. Esta división en distritos no
es obligatoria. A decir verdad está concebida para aliviar a gentes de
medios más reducidos y para que no surja, durante el viaje, el descon-
tento o la nostalgia. Cada cual es libre de viajar solo o de unirse a al-
gún grupo local. Las condiciones son, según las clases, iguales para
todos. Si un grupo de viajeros se organiza en grupo numeroso, la
Company le facilitará un tren entero y luego, todo un buque.
Del debido alojamiento de los más pobres cuidará la correspon-
diente oficina de la Company. Más tarde, cuando emigren las gen-
tes acomodadas, la necesidad consiguiente, que es muy fácil de pre-
ver, ya habrá movido a empresarios privados a construir hoteles. Los
emigrantes de posición holgada, ya se habrán hecho construir antes
sus residencias, de manera que sólo tendrán que trasladarse de la vie-
ja casa abandonada a la nueva que ya está lista.
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