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todos’ los que lo han intentado” le contesté y se río. Acto seguido, luego
de darme la dirección de su local, con todas las referencias para llegar,
quedamos en que luego de que ella reciba el alta, iré a visitarla para sa-
borear su deliciosa carne asada. Luego pasó a comentar sobre su familia,
muy unida, con quienes comparte reuniones en carnaval, semana santa,
día de la madre; es decir, todas las festividades de ese tipo, además de
las propias de su cantón, sin dudar. “También me gusta bordar en punto
de cruz y leerles a mis nietos, especialmente las ‘Fábulas de Esopo’ que
contiene valiosísimas enseñanzas para la vida cotidiana. Doctor, creo
que ya no hacen libros como esos, excepto por algunos escritores como
Jordi Sierra i Fabra , ¿Le conoce?” me preguntó. “No he oído de él”
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le contesté con susto, entonces prosiguió: “Sabe, tengo familia en Es-
paña desde hace muchos años, puesto que se fueron para tener un mejor
futuro. Uno de mis sobrinos, en un viaje de visita, me regaló un libro de
este autor y me gustó tanto que consulté sobre él en internet. Ha sido muy
famoso, debería leerlo; es más, él mismo alienta a todo el mundo a leer,
así como yo les inculco a mis nietos”.
Don Raúl fue dado de alta al siguiente día de este diálogo y fue el
más sentimental de todos. Don Marco lo hizo tres días después, mientras
que Doña Rosa al cumplir el quinto día posterior a esta conversación.
Todos compartieron un pedazo de sus vidas, sentimientos, historias. Hoy
valoran la vida, como nunca, al ser grandes sobrevivientes de esta terrible
enfermedad.
¡Tengo hambre! Iré por esa carne asada…

1 Escritor de literatura infantil y juvenil, de origen español
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