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formación, puesto que mientras más leía, la angustia aumentaba; así, el
exceso de datos relacionados se convirtió en una enfermedad mental.
Recordó entonces que la vida es efímera, tanto que la definió de esta
manera: “En la mañana caminamos de la mano con nuestros hijos en
la casa o en una playa, esa misma tarde los soltamos para siempre”; en
consecuencia, se mantuvo junto a sus familiares durante todo el tiempo,
incluyendo paseos familiares y festividades.

Fue hasta entonces que decidió hacer una retrospectiva de su vida: re-
cordó su vida colegial e ilusión por convertirse en compositor y músico,
así como las canciones que escribió y el ritmo que les puso, aunque sea
en la mente; también los programas de comedia que veía en su infancia,
así que se los repitió; de igual manera el momento en el que eligió una
profesión, la cual no le agradaba, pero que con el tiempo se enamoró.

Cuando todo parecía mejorar, apareció un nuevo capítulo en la his-
toria: un nuevo virus que amenazaba con expandirse a nivel mundial,
aunque en ese momento no le puso atención, puesto que lo único que
quería ir a su casa luego de la última sesión de quimioterapia. En la es-
pera de la fecha para tal efecto, primero llegó el turno de una nueva cita
médica, en la que el médico tratante recomendó un nuevo ciclo entero de
dicho tratamiento, con la esperanza de que llegue el final de ese camino.
Además, los exámenes de control y marcadores tumorales arrojaban re-
sultado negativo.

Dentro de ese ida y vuelta, el primer caso del virus llegó al país; pos-
terior pandemia mundial, y el mundo revuelto. Se llenó de miedo, otra
vez, por leer demasiado al respecto, dada su condición de vulnerabilidad;
miedo lógico y natural, sin duda. Ante el evento sin precedentes, y por
decisión del especialista, recibió más tratamiento contra el cáncer, con la
diferencia que los médicos y las enfermeras ya no usaban su uniforme
clásico, sino trajes especiales de pies a cabeza, lo que dificultó reconocer
a simple vista a quienes lo trataban con regularidad. Se respiraba un am-
biente ominoso y tenso; las visitas restringidas, y el único tema de con-
versación era el Covid-19.
Se declaró estado de excepción y suspensión de actividades lo que
significaría estancamiento en su ansiado examen; sin embargo, tomó las
riendas del trámite atascado para conseguirlo pese a la dificultad para ca-
minar como secuela de la medicación. Así, de oficina en oficina, de hos-
pital en hospital, recogiendo firmas, presionando e insistiendo, consiguió
fecha y hora para el anhelado procedimiento, puesto que ya no soportaba
más el medicamento y sus consecuencias. La buena noticia es que, en la
cita médica de rutina, los marcadores tumorales seguían negativos; por lo
tanto, esperó en su casa el momento tan ansiado.

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