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FÁBULAS Y CUENTOS DE HADAS.
                       MI EXPERIENCIA DURANTE LA
                                      PANDEMIA



                                                          Por: Md. Nadia Salas
                  Pensar en una pandemia siempre ha sido una idea abstracta, creada
               por la magia del cine. Resulta insólito escribir mi experiencia sobre algo
               que aún no ha terminado, que amenaza con una segunda ola, sin vacuna
               ni esquema de tratamiento. El personal de salud no son más que héroes
               que luchan a ciegas en un mar tempestuoso.

                  Esta es mi historia; sin vidas salvadas ni final feliz. Es que al escu-
               char anécdotas de la “Gran Pandemia del 2020”, esperaríamos mágicas
               fábulas desarrolladas en hospitales, protagonizadas por médicos experi-
               mentados. Pues me falta experiencia, aunque mis ganas de ayudar son las
               mismas, no trabajo en un hospital.
                  Quizás “médico corporativo” es la descripción que más se ajusta a
               lo que hago; es decir, trabajo en la Industria, en el área ocupacional, y
               manejo los planes de seguridad. De hecho, una parte importante de mi
               día a día corresponde a dictar charlas de salud en varias instituciones,
               representando al centro médico en el que trabajo, además de pertenecer
               al área de consulta externa.
                  De esta manera me encontró marzo de 2020, recorriendo de un lado a
               otro la ciudad. Conforme al calendario, correspondía celebrar el Día de la
               Mujer, situación que las empresas aprovechan para contratar charlas re-
               lacionadas a temas de salud femenina durante todo el mes. Sin embargo,
               “La Nueva Gripe” se convirtió en el tema más solicitado y alcancé a dar
               una conferencia al respecto, antes de que se reconozca el primer caso en
               territorio nacional.
                  La conciencia aún me molesta al recordar a todos quienes “capacité”
               sobre el coronavirus en aquel tiempo. No sabíamos qué era, qué signos y
               síntomas buscar, tanto que los Organismos Internacionales no creían que
               el uso de mascarilla fuera necesario, mientras que hoy, meses después,
               salir sin ella es una idea inverosímil. Aún pienso en ellos. ¿Acaso les di
               una falsa sensación de seguridad? No lo sé.
                  Marzo se convirtió en una mezcla de cortos días y largas horas. Una
               sensación extraña relación tiempo – espacio que todavía no logro com-
               prender. En su tercera semana, todos los seminarios fueron cancelados y
               recibí la orden de que trabajaría únicamente en el centro médico, al igual
               que todos quienes sean menores de cuarenta años. Se instauró el toque de
               queda, la jornada se extendió y la vida se dio vuelta.


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