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Además, mal estado general, signos vitales alterados, taquipneico  ,
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            taquicárdico  , hipoxia   severa y saturación de oxígeno de setenta y uno
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            por ciento.
               Como dato adicional, la madre indicó que existía nexo epidemioló-
            gico por parte de su abuela, quien también labora en un centro de salud.
            Cuadro completo y a correr, pues estaba en juego la vida de un lactante
            que a pesar de recibir oxígeno vía dispositivo no invasivo de alto flujo, no
            conseguía superar la saturación del noventa por ciento. Sin más alterna-
            tiva, se procedió con la intubación rápida y ahora la angustia era nuestra,
            pues UCI pediátrico también estaba saturada. En emergencia no teníamos
            ventilación mecánica, por lo que se tendría que cumplir con el imperioso
            traslado a otra casa de salud, y en la espera de que se concrete el cambio,
            lo mantuvimos con asistencia manual.

               Nueve interminables horas de agobiante espera transcurrieron hasta
            que sonó el teléfono. Del otro lado de la línea, nos informaron que lo
            recibirían en una casa de salud, así que se preparó todo para el traslado.
            ¡Cómo son las cosas! Al momento de abordar, presentó bradicardia , con
            inmediata parada cardiorrespiratoria. No podía ser posible. Se inició ma-
            niobras de reanimación cardiopulmonar avanzada, con éxito, obteniendo
            pulso con ritmo sinusal. Al contemplar el sufrimiento de su madre era
            inevitable pensar en ¿Por qué a un angelito como él le sucede esto?
               Finalmente lo entregamos en UCI pediátrico y retornamos a nuestro
            campo de batalla. Este guerrero permaneció en ventilación mecánica du-
            rante doce días, desarrolló un shock séptico, posteriormente pasó a sala
            general con evolución favorable y fue dado de alta cuando la situación
            lo ameritó.

               Pero esta conmoción no termina al salir de guardia, porque al llegar a
            casa el temor me invade al pensar que pueda contagiar a mis seres que-
            ridos; sentimiento que pasa igual con todos los colegas del mundo. Se
            me destroza el corazón al decirles a mis hijos que esperen un momento
            mientras me desinfecto, y que luego de la ducha podré saludarlos, sin que
            eso signifique llenarlos de besos y abrazos como solía hacerlo.

               Esta pandemia marca un antes y un después en nuestros caminos;
            tiempo en el que ha renacido, a cada instante, la empatía y motivación
            por la que algún día escogí esta carrera, más, cuando un paciente supera
            la nueva infección, de la que todavía se conoce muy poco. Persistimos
            en la batalla, sin rendirnos, con las armaduras puestas, esperando un final
            épico de este holocausto.
            1 Coloración azul o lívida de la piel y de las mucosas que se produce a causa de una oxigenación deficiente
            de la sangre
            2 onsiste en un aumento de la frecuencia respiratoria por encima de los valores normales
            3 Latido cardíaco rápido que puede ser regular o irregular
            4 Ausencia de oxígeno suficiente en los tejidos como para mantener las funciones corporales.
            5 Descenso de la frecuencia de contracción cardíaca
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