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LA VOZ DE UN MÉDICO EN PANDEMIA


                                                  Por: Md. Joselyn Minda Reyes

                  Cuando me gradué como Médico en el año 2017, sabía que me iba
               a enfrentar a sucesos realmente fuertes e impresionantes en mi carrera.
               Sin embargo, lo que se vivió a inicios del año 2020 cuando se propagó la
               pandemia, aún vigente al momento de escribir estas líneas, causada por
               la Covid-19 fue uno de los sucesos que difícilmente olvidaré y lo llevaré
               dentro de mi corazón como una gran experiencia.
                  Había leído sobre las enfermedades que la humanidad enfrentó a lo
               largo de su historia. No obstante, ser protagonista y testigo de esta heca-
               tombe mundial, que quedará en los registros como una de las más devas-
               tadoras de la historia, en todo sentido, ha sido un verdadero reto personal,
               y para todo el personal de salud. Sí, llegó a toda velocidad, o en menos
               tiempo del que creímos, ya que Asia sonaba lejísimos, Europa lo mismo.
                  Cuando empezaron a reportarse casos en Ecuador, causó gran alerta
               y miedo, ocasionando que muchas personas eviten salir de sus casas, lo
               cual, por supuesto, no aplicaba para el personal de salud, quienes de-
               bíamos estar firmes frente a todo lo que el virus traiga consigo, lejos de
               nuestros hogares, con miedo, pero con la alegría de ayudar a los demás.
               No menos importante, el poco o nulo conocimiento científico relacio-
               nado, generaba incertidumbre en todos, sin excepción.

                  Dentro del contexto, viví la pandemia en mi lugar de trabajo día a día
               sin descanso; centro médico privado en el que estábamos frente a una
               infinidad de casos sospechosos y varios confirmados. Cada uno era una
               experiencia nueva, desde infecciones respiratorias leves a severas, nin-
               guno igual a otro, lo cual es un problema, en relación con el tratamiento,
               pero al mismo tiempo una inagotable fuente de aprendizaje. Pese a ser
               un centro médico ambulatorio, era impresionante ver el gran volumen de
               pacientes, que aumentaban hora tras hora, mientras las jornadas laborales
               oficiales, quedaban cortas para atender a todos.
                  De todos los pacientes  que atendí,  uno de los casos que más me
               marcó, corresponde a un paciente de sexo masculino  de aproximada-
               mente 76 años, con comorbilidades importantes. Acudía por presentar
               gran dificultad respiratoria, fiebre y cansancio severo. Iba acompañado
               algunos familiares, quienes se encontraban desesperados por la situación
               que aquel hombre. Mencionaban que, el señor se mantenía dichos sín-
               tomas ya una semana, en casa, y que no habían acudido a ningún estable-
               cimiento de salud por el miedo a contagiarse.
                  Ante esto, le brindamos primeros auxilios y suministramos oxígeno,
               así como otras medidas de soporte vital, dado que estaba en situación


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