Page 115 - Necronomicon
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y rebuscado de un mundo, o antimundo, de oscuros secretos; el horrible minotauro que hay
en su corazón es una completa y hasta ahora desconocida prehistoria de este planeta, en la
cual el hombre no tiene lugar alguno.
La arquitectura es de "de una variedad infinita, de una solidez preternatural y un exotismo
completamente extraño"; representa conos, terrazas, columnas rotas, mientras va
repitiéndose un motivo en forma de estrella dé cinco puntas con sus insinuaciones
cabalísticas. Y esta ciudad, sus monumentos y sus murales, est5n completamente muertos.
"Con absoluta certeza, estábamos deambulando en medio de una muerte que había reinado,
por lo menos, quinientos mil años".
El narrador y su compañero Danforth, los únicos supervivientes del equipo de exploradores
que partieron del mundo racional de la Universidad Miskatonic, van a parar precisamente al
laberinto. Como Hansel y Gretel en el bosque, marcan su camino dejando caer trozos de
papel tras de sí, hasta que, por fin, llegan a un monumental pórtico; "cinceladas avenidas
conducen al oscuro mundo interior de cuya existencia nada habíamos sabido antes, pero en
aquel momento estábamos impacientes por recorrer". El laberinto los ha llevado al portal, a
una perfecta oscuridad, a una especie de pozo que desciende vertiginosamente y que
acabará conduciéndonos al borde de un gran abismo. La única fauna de estas regiones son
pingüinos ciegos y albinos, unos seres de aspecto fetal. Este es el auténtico paisaje de la
interioridad, del arquetípico Lugar más Interior: la matriz. La imaginería intrauterina aún se
hace más sorprendente por la presencia en este abismo de los restos ruinosos de una
inmensa torre. En este paisaje de devastada esterilidad encuentran la evidencia concreta de
una vida que no es humana: el cadáver de su compañero de exploración, Gedney, y uno de
los perros esquimales del equipo están conservados con gran cuidado, como si fuesen
especímenes de laboratorio. Y lo son, ciertamente, para los Antiguos que habitan estas
regiones de interioridad, ese negro agujero que hay bajo las montañas de locura; para ellos
son interesantes ejemplos de una desconocida forma de existencia.
Este elemental miedo a las formas no existentes configura las paranoicas perspectivas de
los paisajes de Lovecraft.
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