Page 114 - Necronomicon
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en un amplio registro, y que por alguna subconsciente y mnemotécnica razón me parecían
inquietantes y terribles"(At the Mountains of Madness). Este sonido, ya sea producida por
flautas, por el viento, o por ranas. mugidoras, es siempre el preludio dei horror. Es
inquietantemente parecido a la atroz, aguda, y sostenida nota de violín del cuarteto de
cuerda autobiográfico de Smetana, My Life, que ilustra el agudo y agonizante sonido
anunciador de la propia sordera del BU1'Ol'.
La. Antártida de Lovecraft es el mas terrible de todos sus paisajes. Este desolado reino de
hielo y muerte, el lugar de donde le llegaban "la niebla y la nieve" al viejo Marinero en, al
mismo tiempo, una versión realzada de la Antártida real; y una visión de la aborrecible
meseta de Leng, el techo del mundo; y la laberíntica ciudad de los Seres Mayores. Es una
estructura sinfónica de paisaje. Según de Quincy, antes de empezar The Rhyme of the
Ancient Mariner, Coleridge planeó "un poema sobre el delirio, confundiendo su propio
escenario de sueños. con las cosas externas y entró en contacto con la imaginería de las
altas latitudes". Con un plan similar, Lovecraft aportó sus propios medios; tenía horror y
alergia a cualquier temperatura inferior a los veinte grados y, con frecuencia, hacia el final
de su vida, por debajo de los treinta grados.
Si bien en el convulsivo bosque hay un exceso de vida, en cambio no lo hay en absoluto en
la tierra de la niebla y de la nieve. Los espejismos de niebla del "gran continente
desconocido y su secreto mundo de helada muerte" transforman los icebergs en "almenas
de inimaginables castillos cósmicos", lugares de perpetuo exilio. La blancura de la nieve es
la infinita albura del verdadero misterio; el descubrimiento de una cadena de montañas en
el subconsciente revela a los exploradores "el pórtico de un mundo prohibido, un mundo de
inexplorada maravilla". Bajo un enigmático cielo, hasta el propio paisaje se convierte en un
vasto enigma que, una vez desentrañado, revela al hombre su insignificancia en el esquema
cósmico de las cosas.
En el espectáculo de los picos montañosos, "había una persistente insinuación que lo
impregnaba todo de un prodigioso arcano y una potencial revelación". Parecen un mandala.
Forman la entrada a una caverna de oráculos. "Era como si estas rígidas agujas de pesadilla
señalaran los pilares de una espantosa puerta de entrada a las esferas prohibidas de los
sueños y a intrincados abismos de tiempo, espacio y ultradimensionalidad remotos"; estas
son las montañas de la demencia absoluta y sus vertientes más lejanas se asoman a unos
abismos finales, malditos (En la imaginería de Lovecraft, el elemento sexual apenas
necesita ser subrayado).
Este es un paisaje de abandono, de desolación, de muerte. Es el portal de la meseta de
Leng, una metáfora para la total desnudez. Aquí encontramos una vez más un laberinto de
"masas de piedra geométricamente eurítmicas" construido en "diabólica violación de la ley
natural". Ninguna mano humana ayudó a cincelar las piedras de esta vasta ciudad
abandonada. Y también una vez más, su arquitectura presenta torres y puentes de enlace;
Lovecraft debió haber admirado la arquitectura futurista de Metrópolis, de Fritz Lang.
Este último rompecabezas de piedra es "una complicada maraña de tortuosas calles y
callejones; y todos ellos son profundos cañones, casi túneles, debido a los salientes de
mampostería de los sobrecargados puentes". La ciudad entera constituye el lugar recóndito
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