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en un amplio registro, y que por alguna subconsciente y mnemotécnica razón me parecían
                  inquietantes y terribles"(At the Mountains of Madness). Este sonido, ya sea producida por
                  flautas, por el viento, o por ranas. mugidoras, es siempre el preludio dei horror. Es
                  inquietantemente parecido a la atroz, aguda, y sostenida nota de violín del cuarteto de
                  cuerda autobiográfico de Smetana, My Life, que ilustra el agudo y agonizante sonido
                  anunciador de la propia sordera del BU1'Ol'.

                  La. Antártida de Lovecraft es el mas terrible de todos sus paisajes. Este desolado reino de
                  hielo y muerte, el lugar de donde le llegaban "la niebla y la nieve" al viejo Marinero en, al
                  mismo tiempo, una versión realzada de la Antártida real; y una visión de la aborrecible
                  meseta de Leng, el techo del mundo; y la laberíntica ciudad de los Seres Mayores. Es una
                  estructura sinfónica de paisaje. Según de Quincy, antes de empezar The Rhyme of the
                  Ancient Mariner, Coleridge planeó "un poema sobre el delirio, confundiendo su propio
                  escenario de sueños. con las cosas externas y entró en contacto con la imaginería de las
                  altas latitudes". Con un plan similar, Lovecraft aportó sus propios medios; tenía horror y
                  alergia a cualquier temperatura inferior a los veinte grados y, con frecuencia, hacia el final
                  de su vida, por debajo de los treinta grados.


                  Si bien en el convulsivo bosque hay un exceso de vida, en cambio no lo hay en absoluto en
                  la   tierra   de  la  niebla   y   de   la   nieve.   Los   espejismos   de  niebla   del   "gran   continente
                  desconocido y su secreto mundo de helada muerte" transforman los icebergs en "almenas
                  de inimaginables castillos cósmicos", lugares de perpetuo exilio. La blancura de la nieve es
                  la infinita albura del verdadero misterio; el descubrimiento de una cadena de montañas en
                  el subconsciente revela a los exploradores "el pórtico de un mundo prohibido, un mundo de
                  inexplorada maravilla". Bajo un enigmático cielo, hasta el propio paisaje se convierte en un
                  vasto enigma que, una vez desentrañado, revela al hombre su insignificancia en el esquema
                  cósmico de las cosas.

                  En el espectáculo de los picos montañosos, "había una persistente insinuación que lo
                  impregnaba todo de un prodigioso arcano y una potencial revelación". Parecen un mandala.
                  Forman la entrada a una caverna de oráculos. "Era como si estas rígidas agujas de pesadilla
                  señalaran los pilares de una espantosa puerta de entrada a las esferas prohibidas de los
                  sueños y a intrincados abismos de tiempo, espacio y ultradimensionalidad remotos"; estas
                  son las montañas de la demencia absoluta y sus vertientes más lejanas se asoman a unos
                  abismos   finales,  malditos  (En  la imaginería  de  Lovecraft,  el  elemento  sexual  apenas
                  necesita ser subrayado).


                  Este es un paisaje de abandono, de desolación, de muerte. Es el portal de la meseta de
                  Leng, una metáfora para la total desnudez. Aquí encontramos una vez más un laberinto de
                  "masas de piedra geométricamente eurítmicas" construido en "diabólica violación de la ley
                  natural".   Ninguna   mano   humana   ayudó   a   cincelar   las   piedras   de   esta   vasta   ciudad
                  abandonada. Y también una vez más, su arquitectura presenta torres y puentes de enlace;
                  Lovecraft debió haber admirado la arquitectura futurista de Metrópolis, de Fritz Lang.


                  Este último rompecabezas de piedra es "una complicada maraña de tortuosas calles y
                  callejones; y todos  ellos son profundos cañones, casi túneles, debido a los salientes de
                  mampostería de los sobrecargados puentes". La ciudad entera constituye el lugar recóndito



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