Page 8 - Frankenstein, o el moderno Prometeo
P. 8

Thomas  Jefferson  Hogg  y  su  esposa  Jane  Williams,  todos  ellos,  sin  excepción,
           forman parte de los capítulos que componen la vida de Mary Shelley. Y cada uno de
           ellos, entre la imaginación y la realidad, encierran una historia más romántica que
           cualquier  posible  relato.  Así  pues,  deambular  una  vez  más  a  través  de  la  senda

           literaria y vital trazada por Frankenstein, o el moderno Prometeo suponía para Mary
           Shelley  enfrentarse  a  sus  particulares  monstruos,  reviviendo,  en  suma,  pasados
           tiempos felices que transformaban su actual existencia en algo más doloroso aún. No
           en vano, el prefacio que empezaba a redactar con pulso firme y seguro concluía de la

           siguiente  manera:  «Y  ahora,  una  vez  más,  invito  a  mi  espantosa  progenie  a  que
           avance  y  prospere.  Siento  afecto  por  ella,  porque  fue  el  producto  de  días  felices,
           cuando la muerte y la aflicción eran tan solo palabras que no encontraban auténtico
           eco en mi corazón. Sus páginas hablan de paseos, de viajes y de conversaciones de

           cuando  no  estaba  sola;  y  mi  compañero  era  alguien  que  no  volveré  a  ver  en  este
           mundo.  Pero  esto  es  solo  para  mí;  mis  lectores  no  tienen  nada  que  ver  con  estos
           recuerdos».





               ¿La hija de la fortuna?


           Mary Wollstonecraft Shelley nació en Londres el 30 de agosto de 1797, apenas cinco
           meses después de que sus padres, William Godwin y Mary Wollstonecraft, decidieran

           casarse, en contra de sus principios, en Old St. Pancras Church. Ambos se conocieron
           en el círculo de políticos, artistas y escritores radicales que se agruparon en Londres
                                                     [3]
           alrededor del editor Joseph Johnson , frecuentado, entre otros, por Thomas Christie,
           Anna Barbauld, Joseph Prietsley, Thomas Paine, William Cowper, Mary Hays, John

           Cartwright,  William  Blake,  William  Wordsworth,  Samuel  Taylor  Coleridge  y
           Heinrich Füssli. Desde el principio, el embarazo de Mary Wollstonecraft no revistió
           ningún  problema,  y  la  pareja  de  pensadores  creyó  que  «el  animal»  —tal  y  como
           llamaban a su futuro vástago— sería un niño al que llamarían William. Sin embargo,

           el  alumbramiento,  inesperadamente,  fue  largo  y  penoso.  Empezó  a  las  cinco  de  la
           mañana, y algo más de dieciocho horas más tarde, a las once y veinte de la noche,
           William Godwin escuchó el primer llanto de su hija. Él tenía entonces cuarenta y un
           años de edad, y su esposa, que solamente había conocido algo de felicidad a su lado,

           tenía treinta y ocho.
               El difícil parto fue, desgraciadamente, el preámbulo de un desastre mucho mayor.
           El  bebé  estaba  en  perfecto  estado  de  salud,  pero  su  madre  tenía  dificultades  para
           expulsar la placenta. Esto, unido a las precarias condiciones higiénicas que en aquella

           época caracterizaban a los nacimientos, motivó que Mary Wollstonecraft contrajera
           una grave infección, la llamada «fiebre puerperal», que la sumió en una agonía que
           duró  once  días,  devorada  por  horribles  dolores.  Mary  Wollstonecraft  murió
           bendiciendo  el  nombre  de  su  marido.  «Sufrió  una  muerte  —escribió  el  clérigo




                                              ebookelo.com - Página 8
   3   4   5   6   7   8   9   10   11   12   13