Page 13 - Frankenstein, o el moderno Prometeo
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«La idea de su silenciosa y fría desaprobación sigue haciéndome llorar como cuando
era niña», le escribió a Percy. Y para complicarlo todo, Godwin se casó en segundas
nupcias con una viuda llamada Mary Jane Clairmont, mujer extremadamente
modesta, buena cocinera y de nítida caligrafía, la cual trajo consigo otros dos hijos de
su primer matrimonio, Charles y Jane (luego llamada Claire). Las relaciones de Mary
con su madrastra fueron siempre difíciles, y ello no sirvió más que para aumentar la
distancia entre padre e hija, pues este se plegó sin problemas a los designios de su
nueva cónyuge. En otra carta a Shelley, Mary exclamaba: «Odio a Mrs. Godwin, ella
fue quien me arrancó del corazón de mi padre, aunque ya no importa. ¿Por qué no
olvidará Godwin sus compromisos a la hora del afecto, reconciliándose con nosotros,
sin que le importe el qué dirán? Pero no le odies, te lo prohíbo. Confío en que con el
tiempo todo se solucione, aunque ahora ya no podamos hacer más. Mañana curaré
mis heridas en tus labios, y tú me abrazarás, apretándome contra tu corazón, porque
quizá tu Mary volverá a tener un padre…».
William Godwin
Pese a excusar la actitud de Godwin echándole la culpa a su madrastra, lo cierto
es que la soledad de Mary Shelley, en los primeros años de su vida, fue real.
Aprendió a leer con una niñera en las Ten Lessons que su madre ideó para educar a su
hija Fanny. Gracias a esto, los libros se convirtieron en los únicos amigos de la
muchacha. Uno de los más gratos recuerdos infantiles de Mary Shelley era la amplia
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