Page 13 - Memmoria 2015 11-24_Neat
P. 13
Dicen que fieras aguas desbordadas
horadaron centurias de raíces
devolviéndolo a la mar, alma mojada.
(…)
Con el otro poema, LA SENDA SIGILOSA, el poeta nos conduce, como el stalker de
Tarkovsky, a una zona donde toca discernir entre miedo y último peligro:
(…)
Bajaban las murallas de los cotos cerrados riachuelos de agua y barro.
Al trajín de pericia; natural ingeniero, sobraba la maniobra.
Frenéticos juguetes rodados; los insectos,
urgían de la indiferencia burlona que ignoraba y llovía
de nube desbordante al azar de los charcos,
anulando el esfuerzo de aquellas hormigas.
(…)
Destilaban relojes de tiempo señalado;
sus manecillas hábiles, jugaban a la vida: entibaban recesos
de venenos elípticos, horadaban esferas de sales caóticas.
Lentas, si no abatidas, las hormigas, vedadas,
se perdían de las huertas; de espigados trigales;
de maduros viñedos; y de valles prohibidos, las amapolas rojas.
(…)
¿Debemos ocuparnos de esa gente perdida,
saber cómo fijaron sus ojos anfitriones?
-Sólo han aparecido unas huellas ciclópeas.
¿Salvaron a sus hordas de amargos cataclismos esos pasos
hallados de secuencia borrosa?
Sigamos esas marcas que llevan a Melisa.
¡Arqueólogo, sigamos la senda sigilosa!
En LAS UVAS VANIDOSAS, Gastón Álvaro Santana recrea una de sus estructuras preferidas:
el soneto, con uno de sus temas recurrentes: ars poetica.
LAS UVAS VANIDOSAS
Ya no pisaré más mis uvas vanidosas.
Las dejaré maduras, cuarzos de sus reflejos,
los dioses venerados dentro de sus espejos;
ignorados Narcisos, imágenes jugosas.
Las miraré en sus vides desdeñar a las otras
que nuevas estaciones anuncian al deseo.
Inmemoriales viñas, mis uvas ¿de Leteo?
¿Pasiones de cantera mis uvas vanidosas?
13