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II
                             Fue en un amanecer del esteta en la playa.
                     De la mar emergía una suerte de estatuas
                     que desde la distancia se veía entre bruma.
                     Frinés y Berenices en el ballet del alba.
                             Cada una era un tiempo que a vivir se mostraba,
                     un momento de ser esculpido en recuerdo;
                     vana sombra mimética de prestado misterio
                     en el agua dormida su reflejo danzaba.
                             Al monótono ritmo los iconos hieráticos
                     diluían en el tedio la visión evocada:
                     -¡”Iguales- dijo él -, de noria sus esfigies.”-
                             Y en ético desdén, conociendo la estirpe
                     del ciego anochecer, sin sueño, sin estatua,
                     su merced, el Esteta, se marchó de la playa.

                         Las aguas evocadas (fragmento final):

(…) el jugar a las nubes antes cuando los nimbos del vendaval partían en tiempo de payaso y
pronto descolgaba la gracia en los trapecios y echaban las barajas alegres los gitanos ya no así en
este circo de la malaventura con sus malabaristas de antorchas apagadas mas si así de su luz
todas desaparecen aun si cesan sus cantos y de ellas retroceden en delta que no engaña ni dulce
ni sal mienten en azur de cristales moradas de diamante no cierra tragaluz la Medusa en la nada
primero sueño el sueño todo en fin la poesía que mueve en el estanque las aguas evocadas.

En Lamento, se va acercando el poeta a sus raíces más profundas y, a la vez, más transparentes:

                             ¡Oh tú, mi vieja vida
                      que de mí te desandas!

                              (…)

                             ¡Quítate las alhajas,
                      el cuerpo, los espejos
                      y quédate en el alma!
                      ¡Que la encuentre desnuda
                      el que mezcló con polvo
                      las sombras y las llamas!

MONTAJE DE UNI VERSOS reescribe también un poema antiguo: Dama (incluido en el
primer libro de la pentagonía: ES PELIGROSO ASOMARSE ); la lámpara azulada así
permanece en el universo de Gastón Álvaro Santana.

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