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La Invasión Cubana (segunda parte)
Lic. Daniel De Prophet
La Avanzada
La orquesta de Aspiazú no fue la primera en establecerse en tierra norteña. Tras el
éxito del Trío Matamoros y la gira de la orquesta de Romeu en 1926, algunos
músicos de la banda, entre ellos el trompetista Mario Bauzá, ya pensaron en
aprovechar el boom latino y permanecer o volver por su cuenta. Un año antes,
Vicente Sigler había organizado una orquesta en New York. Cristóbal Díaz Ayala
señala que Sigler se hallaba ilegal en USA y no continuó su trabajo. Sin embargo,
hemos encontrado en el catálogo de grabaciones de música latina en Estados Unidos, Tomo IV,
publicado por la Universidad de Illinois, las grabaciones de Sigler con la Victor en junio 17 de 1929. Se
trata de cuatro piezas, una de ellas “Kid Chocolate” en honor al boxeador cubano, en las cuales se
clasifica a la orquesta como “Jazz/dance band”, pero sabemos que contaba con el flautista Alberto
Socarrás (quien luego forma su propia banda), de modo que, al parecer era, como la de Romeu, una
charanga. La discografía ofrecida por Spottswood nos informa que en julio 24, Sigler, quien tocaba el
güiro, regresa a la sala de grabaciones con Miguel Matamoros y Siro Rodríguez, para dejar el danzonete
de Fernando Collazo, “Mi Ultimo Canto”. Vuelve en septiembre 30 de 1932, ahora con maracas
añadidas, para grabar un danzón (“Tuya es mi vida”) un danzonete (“Justina”) y un bolero‐son (“Botón
de rosa”). La presencia de un trombón en las grabaciones de octubre 10 de 1932, fecha en que registra
la “Rumba de Media Noche”, puede ser la causa de que se les clasifique como “jazz band”. Tras siete
años en New York, debe considerarse a Sigler entre los influyentes en la década de la rumba.
Si incluimos a Xavier Cugat en este grupo, también tenemos que hacerlo con otro catalán, Enric
Madriguera, contratado por la Columbia, quien habiendo estudiado violín en el Conservatorio de
Barcelona y actuado desde muy joven en Estados Unidos, trabajó en Cuba como director de orquesta.
En lo individual tenemos, además de Bauzá, que cumplió su propósito y volvió en 1930, al compositor
matancero Nilo Menéndez, establecido en USA desde 1924, con apenas 22 años.
Existen otras dos bandas destacadas. Primero, la Orquesta de los Hermanos Palau, que capitalizó en el
éxito del manisero, pues fueron seleccionados para interpretar esta pieza en la película que comenzó a
rodar la Columbia en 1931 y para la cual contrató a Ernesto Lecuona. Es esta tangible comprobación de
la penetración de los géneros cubanos la que acaba por convencer a Lecuona de formar una orquesta en
1932 que es la partida de nacimiento de la luego Lecuona Cuban Boys. Los cinco hermanos Palau
(Manolo, el pianista, era el director) contaban con el trompetista y luego director y compositor, Julio
Cueva, quien marchará a París, donde su nombre servirá para bautizar un club (La Cueva).
La banda de los hermanos Castro graba como Septeto en New York desde 1929. En 1931, con el nombre
de “Manolo Castro y su Orquesta Havana Yacht Club” graban dos piezas, entre ellas una versión del “St.
Louis Blues” y en 1932 se presentan en la película “Havana Cocktail” producida por la Warner Bross.
En el preludio de la invasión, estas figuras eran los primeros oficiales, pero la infantería estaba dentro y
sólo había que reclutarla. De hecho, no hizo falta, pues ella sola se unió de buena gana.
Trece años después del Acta de 1917, la afluencia de portorriqueños a New York era tanta que ya
ocupaban un ala al este de Harlem. Eran ellos los que “arrebataban” los discos de música cubana según
describe Sublette. Pero hacían algo más: la tocaban. En su libro “Tito Puente y el Mercado de la Música
Latina”, publicado en 1999, Steven Loza transcribe su entrevista a Tito y, después de comentarle que
aunque la población era mayormente portorriqueña tenían esa fuerte influencia musical cubana, le
pregunta si la mezcla con los cubanos fue fácil. Tito responde: “Fue muy fácil porque los portorriqueños
son buenos músicos también. Los cubanos tienen su propio estilo de música; que es la que tocamos….
No tocamos música de Puerto Rico… en ese momento nosotros tocábamos música cubana y esa es la
que se ha desarrollado realmente –el jazz, el bebop cubano y todo eso a través de los años”. Reafirma
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