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legendario Al Jolson, quien habiendo visitado Cuba (todos iban a la Isla) había conocido a Rita Montaner
(la primera en grabarlo) y la trajo a Estados Unidos para juntos interpretar “The Peanut Vendor” con
Jolson repartiendo los cucuruchos desde septiembre 18 de 1931 en Newark hasta medio año después a
través de 40 ciudades. Estos casos pueden aún enmarcarse en la música para los ojos, pero poco a poco,
a través de las orquestas y cantantes que seguían la moda, penetraba en las estructuras musicales de
aquellos que ya veían la síncopa como suya, los portorriqueños y los afroamericanos.
Dentro de éstos, las interacciones e influencias tienen mejor sazón. Cuando Antonio Machín deja la
orquesta de Aspiazú y forma su cuarteto, los tres que se le unen son portorriqueños: Daniel Sánchez,
que hace dúo con él en la mejor tradición de los soneros orientales (y aparece registrado en la grabación
de “True Love” con la orquesta de Don Aspiazú), Plácido Acevedo (trompeta) y Cándido Vicente, quien
toca el tres de modo que usted no nota diferencia con los treseros cubanos. Al ampliar su grupo a
sexteto, incorporó al trompetista cubano Remberto Lara y, en su lugar, a veces, a Mario Bauzá. Machín
también cantó con la Orquesta Antillana de Rafael Hernández.
En Harlem o La Habana
“Rhumboogie, rhumboogie boogie. This Harlem new creation with the Cuban syncopation is a killer!”
Esta nueva creación de Harlem con la síncopa cubana es “matadora”, dice la letra de esta pieza esencial.
Es fenomenal, diríamos nosotros. Es la síntesis de la década rumbera, que garantiza su continuidad en la
siguiente y deja vinculados a Tyers, Europe, Blake, Sissle, Luckey Roberts, Willie The Lion, James P.,
Fletcher Henderson, Clarence Williams, Sidney Bechet, Waller y Armstrong, con
Socarrás y Bauzá, a la “rumba” cubana con el jazz de Harlem. ¿Cómo ocurrió esto?
Socarrás no había caído del cielo cuando participó en grabaciones con el pianista
Clarence Williams, lo que hace concluir a Sublette que “la tradición de la charanga estuvo
presente al inicio de la historia de la flauta en el jazz”. Da como fecha de esta primera
incursión el año 1929 (Febrero 5) y la pieza “Have You Ever Felt That Way”, en tanto
Scott Yanow (Classic Jazz: The Third Eye) da “Shooting the Pistol” en 1927. En Vintage Jazz Database,
donde se detallan 495 grabaciones de Clarence Williams, encontramos que, efectivamente, Alberto
Socarrás había estado tocando junto a Williams desde 1927, pero no en la flauta. En agosto 18 de ese
año, aparece como saxo alto o soprano en “You’ll Long For Me” con el grupo “Clarence Williams’ Jazz
Kings”. Lo rencontramos en junio 2 de 1928 en el grupo que acompaña a Eva Taylor (esposa de Clarence)
interpretando “Chloe” y “Back In Your Own Backyard”, ahora sí en la flauta. Hay otra grabación de 1928
(“Organ Grinder Blues”) donde toca clarinete. Al menos, tenemos dos que anteceden a “Have You Ever
Felt That Way”. Pero no perdamos de vista lo importante: la interacción con los jazzistas americanos,
especialmente los del barrio de Harlem.
Los años treinta vieron, además de nuevos grupos que tocaban rumbas o sones, boleros y danzones
(Cuarteto Caney con Panchito Riset, Orquesta Siboney, Cuarteto Victoria, Cuarteto Machín, etc.) la
penetración de estos ritmos en el jazz y la música popular americana por su continua exposición ante los
grandes del llamado Renacimiento de Harlem. Este barrio, sin duda tras el ejemplo dado por hombres
como James R. Europe, vivía un periodo optimista. Afroamericanos emprendedores abrían negocios y,
entre ellos, teatros y clubes. Los propios patrones blancos (como en el Cotton Club y el Roseland)
observaban la creciente aceptación de los géneros negros y los incluían cada vez más en sus
presentaciones. Compositores y líderes de orquestas, visitaban a los músicos negros en los clubes y
hasta en sus casas para incorporar su música. Esta tendencia se había desbordado en los años veinte,
durante el ascenso de los pianistas de Harlem. Una firma de discos, la Okeh, fundada en 1916 por un
alemán, nombra al pianista Clarence Williams, quien tenía talento para los negocios, jefe de la sección
de A&R. Clarence se había formado en New Orleans, donde además había dirigido un negocio de
grabaciones y, en poco tiempo, tendrá junto a él a tres grandes músicos de esa ciudad, Louis Armstrong
(traído por Fletcher Henderson) King Oliver y Sidney Bechet, con todo el bagaje del “latín tinge”. Pero
también, conocedor del talento local, recorre Harlem, promoviendo a las figuras del renaciente entorno.
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