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cambios. Es ahí donde se produce el inevitable abrazo de la “rumba” con los ritmos afroamericanos y
nace el baile del “Rhumboogie”. Don Raye, uno de los autores, era bailarín de vaudeville, aunque no
tenemos noticia de que haya bailado en el Savoy. El otro compositor es Hughie Prince, de quien hay
poca información personal aparte de su nacimiento en South Carolina y su trabajo composicional. Prince
y Raye habían compuesto antes la exitosa “Beat Me Daddy Eight To The Bar”, la medida que será
asociada con la “rumba” woogie por largo tiempo, pero que entonces lo mismo era clasificada de “jump
blues” que de “jive”. El propio Prince tiene entre sus creaciones un “Yodelin Jive”. Nuestro dúo de
compositores contribuyó a la popularidad del boogie woogie en New York, con números como “Bounce
Me Brother With a Solid Four” y, finalmente, la nominada al Oscar e incluida entre las grandes canciones
de todos los tiempos en USA, “Boogie Woogie Bugle Boy of Company B” (cuyo héroe es, no
casualmente, un trompetista de Chicago que todo lo toca en ritmo de boogie).
Es curioso que Prince y Ray sugieran en la letra que ellos no inventaron el rhumboogie, sino la canción.
En la estrofa inicial dice que es una creación de Harlem con la síncopa cubana, y en la segunda continúa:
“tomaron un poco del ritmo de rumba y añadieron boogie woogie y mira lo que han logrado”. No es
entonces adivinar el que consideremos a estos dos compositores como los que sintetizan algo que ya
existía. Varios números del período habían hecho la
combinación, como el mencionado de Zurke, y es obvio en
el stomp, el jump blues y el swing el uso de la síncopa (que
ellos toman como “rhumba”). Cierran afirmando “No hay
nada como el rhumboogie; en Harlem o La Habana…”.
En los créditos por la composición de rhumboogies aparece
Ray McKinley, baterista de la banda de Will Bradley, la cual
también grabó el rhumboogie, como hicieron las orquestas
de Bunny Berigan, Connie Haines, Woody Herman, Gene
Krupa y, no sorpresa, Bob Zurke. Sin embargo, el preferido
en la lista de éxitos del pop fue el de las Andrews Sisters.
Valgan todas estas grabaciones como testigos de la
popularidad del número. McKinley pasará luego a la
orquesta de Glenn Miller en las fuerzas aéreas.
Que el rhumboogie despertó una fiebre similar a la del jitterbug lo prueba el que pronto se abre en
Harlem un “Rhumboogie Club” * para competir. En Chicago también se abrió un Rhumboogie Club y,
además, un sello discográfico “Rhumboogie” sobre los que volveremos en el capítulo correspondiente.
Y todo coincide con la actividad que habíamos analizado en New Orleans, donde “Champion” Dupree,
Tuts Washington, Burnell Santiago, Archibald y Professor Longhair estaban cambiando la música con sus
combinaciones de boogie woogie y rumba. New Orleans, New York y Chicago seguían rumbos paralelos.
No significa nada si no tiene swing
La costa oeste también comienza a recibir el avance de la invasión, sólo que, por el momento, nos
hemos referido a las películas de Hollywood. Tal vez nos siguen aguijoneando las palabras de Cugat,
pero no podemos evitar señalar que el rhumboogie fue introducido por las Andrews Sisters en una
película titulada “Argentine Ways”. Entre los innumerables musicales, un corto de 1935, “The Wishing
Stone”, presenta a David Apollon y su Orquesta vestidos de charros tocando música “mejicana” con
maracas y marcando la clave cubana, mientras escuchamos “Siboney” de Lecuona. A veces, un aire de
parodia justifica y hace simpática la referencia, como en la película “The Ghost Goes West” del mismo
año, en que unos americanos compran y transportan a Florida un castillo escocés, con espectro y todo, y
en la fiesta de inauguración, el comprador dice: “Y ahora vamos a escuchar auténtica música escocesa”
tras lo cual bajan de la escalera los músicos negros cubanos tocando la clave y la llamada “rhumba”. Y
mencionar la palabra “rumba” aunque no viniera al caso, era como estar actualizado, sobre todo de
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