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En la segunda mitad de la década del 30 tenemos, pues, guitarra eléctrica en muchas grabaciones, única
manera en que el instrumento podía destacarse entre los tantos de las inevitables big bands. En los
conciertos del Carnegie Hall en 1938 y 1939, los guitarristas de Basie, Eddie Durhan primero y Charlie
Christian después, usaron guitarras eléctricas. Estudiosos del instrumento afirman que la verdadera
liberación de la guitarra y su desarrollo hacia nuevos caminos que llevan al rock and roll ocurrió con
Christian (valorado además como precursor del bebop). En la lista de participantes, Sister Rosetta
Tharpe aparece como vocalista, aunque sabemos que ella se acompañaba en la guitara desde niña y que
incorporó la guitarra eléctrica en sus grabaciones de los 40s. Ella es mencionada por el crítico Dan
DeLuca en el Philadelphia Enquirer (febrero 26 del 2007) como precursora del rock and roll. Alvino
cultivaba un estilo enmarcado en el pop, siguiendo la moda y garantizando su éxito en la radio y en
discos, pero también grabó números de boogie woogie y, entre ellos, uno de Prince y Ray, los creadores
del rhumboogie, que cantaban las “King Sisters”.
En 1942, el paro de los músicos contra las firmas de grabación por la mejora de sus ganancias provoca
un impasse que afecta tanto a los estilos nacientes ‐el bebop, el jazz y el rock and roll‐ como a las
innovaciones, incluido el uso de la guitarra eléctrica. Poco después, la entrada de Estados Unidos en la
guerra agrava la situación. El cordón umbilical con la audiencia quedaba semi‐cortado, y restringidas las
expresiones locales. En cambio, la guerra permitió comprobar que los nexos con Europa ya eran fuertes
y el intercambio indetenible. Un guitarrista belga, Django Reinhardt, conocía el trabajo de Lonnie
Johnson y fue capaz de incluir su particular estilo (ajustado por un problema en su mano) en la historia
del jazz. Pero también reaparecieron valses y polkas en las listas de popularidad.
El rock and roll no hizo explosión popularmente después de la guerra, pero su presencia se hizo visible
en todas las regiones, especialmente entre los intérpretes negros. Esta parte de la historia es tan
generalizada, que ya escapa de los confines de una sola ciudad. Calificar a un número como el primer
rock and roll, como puede concluirse de todo lo que hemos señalado, es imposible, pues los
ingredientes se fueron incorporando poco a poco. Entre éstos, falta en nuestra descripción el formato
de los grupos. Ya algunos músicos en la orquesta de Count Basie se unían en sexteto o quinteto para la
ejecución de algunas piezas (lo que hicieron en los conciertos del Carnegie) pero la mención especial va
a ganarla Louis Jordan, músico nacido en Arkansas, que en 1932 llegó a New York y, después de trabajar
con Clarence Williams, se unió a la banda de Chick Webb en el Savoy, dirigida musicalmente por Mario
Bauzá, donde compartió el papel de solista junto a Ella Fitzgerald. Familiarizado con el bebop y la
síncopa cubana, Jordan, que tenía ambiciones mayores, quiso llevarse a Fitzgerald y hacer su propia
banda, lo que motivó su despido en 1938. Entonces formó un pequeño grupo que luego denominó los
“Tympany Five” y comenzó a tocar “jump blues” en otro club de Harlem. Con un formato de cinco, y
usando la guitarra eléctrica, y hasta un órgano eléctrico, para incrementar el sonido (un músico de otro
grupo llegó a decir que sonaban como si fueran diecisiete) su influencia es clave en el paso a los grupos
del rock and roll de los cincuenta. Después de la guerra ya existían muchos grupos y cantantes de
rhythm and blues que usaban las palabras “rock and roll” en sus letras y en sus nombres. Podríamos
conformar una lista con decenas de rock and rolls en la segunda mitad de los años cuarenta. Por ahora,
le invitamos a escuchar a Jordan, particularmente en “Ain’t That Just Like A Woman” y “Caldonia” de
1946. Si no le suenan a rock and roll, usted no está solo. En los comentarios en UTube, uno de los
oyentes exclama: “¡Esto es rock and roll!” y otro le rectifica que es “rhythm and blues”.
Tenemos ya el formato, los instrumentos, la denominación, el ritmo y los pasos de baile. ¿Cómo puede
negarse la existencia del rock and roll en los cuarenta? Hay muchos convencionalismos envueltos en los
juicios, algunos raciales y otros musicales, pero no eludiremos unos ni otros en al análisis posterior. Si
algo nos queda por establecer en el momento presente, es que el ingrediente “country” también estaba
maduro, pues Joe Venuti desde los años veinte, y junto a él Eddie Lang, habían grabado verdaderas
descargas de Honky Tonk y se constituían en pioneros de lo que se llamará Western Swing, cuyo
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