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nombre delata lo que está ocurriendo, el ritmo sincopado del swing se ha unido a las acordes de la
música del oeste (con melodías cuyo origen mexicano es obvio muchas veces). Se ha dicho que el honky
tonk, existente desde fines del siglo XIX, fue una influencia importante en la formación del boogie
woogie, pero el honky tonk es una especia de ragtime en que el ritmo es más acentuado, a veces
exagerado, de modo que contiene desde su inicio la síncopa cubana y desde este punto de partida
análogo, se desarrollaron paralelamente. Este estilo de “country” se divulgará y se extenderá
rápidamente. Sería desviarnos mucho del tema el referir ahora todos los grupos que lo practicaban y su
papel en el rock and roll, pero no podemos evitar la tentación de saltar un poco en el tiempo y decir que
Bill Haley era uno de los que, en la década del 40 consideraba al western swing como su destino final. Ya
puede verse fácilmente hacia dónde vamos, pero hay muchos puentes en el camino y nombres
importantes que no queremos omitir. Para el período que analizamos, citemos apenas el “Honky Tonk
Train Blues” de Meade Lux Lewis en 1927, y que Bob Zurke, en la cara B de su “Cuban Boogie Woogie”
de 1935 grabó un excelente “Honky Tonk Train”. Igualmente, Jelly Roll Morton, sin el cual muchos no
hablarían de la influencia cubana, grabó “Honky Tonk Music” en 1938. Se aprecia por qué Storm Roberts
y Sublette escriben que la música cubana (al menos el ritmo) también está en el country.
La característica principal de la década de la rumba y el boogie‐woogie es la inserción definitiva de los
ritmos latinos, esencialmente los cubanos, en el corazón mismo de la creación musical estadounidense.
Mas, por exagerado que parezca después de lo ocurrido, todavía la artillería pesada estaba por llegar.
Que vengan los rumberos
Gilberto Valdés había nacido en Jovellanos, un pueblo pequeño de la provincia de Matanzas, pero con
una increíble presencia africana. Su asistencia a bembés y rumbas espontáneas despertaron su interés
por los instrumentos de percusión (tomaba notas en los toques para buscar sentido a la afinación de los
tambores). Pronto los fabricará él mismo. Tras el paso por otras ciudades y orquestas, Gilberto se
establece en Guanabacoa, donde ayuda a Bola de Nieve y hace amistad con Rita Montaner. Ya con obras
compuestas, algunas de las cuales estrena Rita, un día recibe la noticia de que Xavier Cugat ha usado su
pregón “Ecó” en una película de 1942, sin darle crédito. El film se titulaba “You Were Never Lovelier”
con Fred Astaire y Rita Hayworth. En él, Cugat dirige una orquesta y canta Miguelito Valdés. Luego de
consultas jurídicas, decide marchar a Estados Unidos y poner una demanda a la Columbia Pictures.
Todavía hoy, si usted busca esta película en internet, el nombre de Gilberto Valdés es ignorado, pero
todo indica que alguna compensación le ofrecieron, pues en 1945, se estableció en New York, constituyó
orquestas y su música apareció (ahora con créditos) en otras películas.
Algunos, entre ellos Bauzá, atribuyen a Gilberto la formación de la primera charanga en New York. Su
autoridad era grande debido a sus conocimientos sobre la percusión y su habilidad para construir
tambores y afinarlos con las orquestas. Los portorriqueños Tito Puente y Noro Morales son de los
primeros en aliarse a él. El dominicano Johnny Pacheco (también flautista) seguirá a Gilberto
posteriormente. Y las orquestas hispanas de New York comienzan a incorporar sus composiciones. Una
de ellas, titulada “Que Vengan Los Rumberos” va a hacerse realidad.
Machito (Francisco Raúl Gutiérrez Grillo), criado en el barrio de Jesús María, fue uno de los primeros de
la nueva oleada. En New York desde 1937 como parte de la orquesta “Estrellas Habaneras”, había
probado suerte con otras agrupaciones (la de Xavier Cugat entre ellas) hasta que en 1940 funda sus
Afro‐Cubans y, a fines de año, logra un compromiso en el Park Plaza Hotel. Tocando maracas y claves y
haciendo voces, Machito podría haber quedado como otro sonero más, con una función aglutinadora de
las comunidades hispanas, pues había tocado en el Sexteto (luego Cuarteto) Caney, su mujer era
portorriqueña y entre sus grabaciones hay una que refleja esta unidad, “Sopa de Pichón” (frase boricua
equivalente a la cubana de “comerse un cable”) en la cual Tito Puente toca los timbales. Pero el papel de
la orquesta se eleva cuando Mario Bauzá asume la dirección musical. Con la experiencia del Savoy en la
orquesta de Chick Webb y, luego en la de Cab Calloway, nadie estaba mejor preparado que él para la
fusión de los ritmos cubanos con el jazz o el boogie woogie. El formato de la orquesta Machito y sus
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