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Actualidad, vivencias y recuerdos
Teresa María Sanabria de Lozano, José Ramón Lozano Wilson
Presidenta Y Director, Stimulusart Foundation Inc.
¨Unos parten y otros vuelven, ese es el ciclo inexorable de la vida; pero incluso en la inercia del descanso
seguimos en movimiento, en un permanente ir y venir, con breves o largas estancias, eso depende del
devenir…. ¨ Máximo Corrales Cousin (De vuelta al terruño).
Discurrir con las herramientas de la filosofía clásica para buscar sentido a este mundo agitado en el que
nos ha tocado vivir resulta cada vez más insuficiente. En el umbral del desarrollo de formas de
inteligencia artificial, computadoras cuánticas, los avances en la Genética y el peligro de desaparición de
la especie engullida por sus propias creaciones que nos abren las puertas a un mundo totalmente
desconocido e imprevisible, es necesario buscar instrumentos que con las realidades que nos rodean en
el presente nos permitan poder asir algo de estabilidad y tratar de ser felices.
Nos sentimos como yendo a ninguna parte mientras estamos muy asustados. La sociedad
contemporánea está en una peligrosa trayectoria que potencialmente llevará a una implosión cultural,
pero la vida es tener problemas y preocuparse por ellos. Es prácticamente imposible concebir la vida sin
desafíos, sin incertidumbre, ni siquiera cuando descansamos y en realidad continuamos activos
reparando nuestro organismo durante el sueño. Buscamos algo de felicidad que en un último nivel nos
lleve a la trascendencia. El filósofo católico, el padre Robert Spitzer SJ describe en uno de sus libros los
cuatro niveles de felicidad. El primero es el material, el externo, el físico como al degustar un manjar
exquisito o la posesión de bienes, pero éste no es suficiente y quien quede estancado en la gratificación
inmediata tampoco llegará a ser verdaderamente feliz. En el segundo, el de la autoconciencia, los
humanos nos diferenciamos de otras especies y en él podemos decidir tener más conocimiento, ser más
atléticos, ser más inteligentes de lo que surge la competencia con nuestros pares y esa lucha por el
éxito se convierte en un fin en si mismo como se ve corrientemente en nuestra época. En el tercer nivel
aparece la empatía y el deseo de aplicar los logros para ayudar a otros. En el momento en que nos
salimos de nuestro ego, empezamos a trascender y en el cuarto nivel de conciencia logra el ser humano
experimentar la felicidad porque le permite encontrar el sentido de perfección a través de hacer las
cosas bien, con honestidad y nobleza.
Para algunos de los aquí presentes que hemos acumulado no sólo años sino también vivencias muy
intensas, nos invade en este siglo XXI una combinación de temor y desesperanza cuando vemos la
realidad que nos rodea.
Cuando tomamos algunos de nuestros libros de historia o ensayos que buscan afanosamente ese
momento, esa década en que la humanidad fue mejor y no logramos ubicarla, es una salida estratégica
definir para cada uno de qué querríamos estar rodeados en períodos atribulados en los que no termina
de pasar nada.
Se ha hablado de la construcción de jardines interiores como definición de todas aquellas cosas que nos
aportan vivencias que fueron importantes para nosotros aunque lo hubieran sido sólo a nivel individual.
Pero no han de ser simplemente desvanes de objetos o imágenes que vemos con cariño. Este esfuerzo
debe tener un propósito, tiene que haber una guía para su diseño y razón de ser pues sin ello, carece de
sentido y no nos ayuda a lograr la deseada armonía.
Así como en un cuadro o en un poema que nos atrevamos a escribir como disfrute privado abrimos
nuestra alma y proyectamos sus contenidos, ese microclima que nos rodea es fabricación nuestra y
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