Page 90 - Los Videojuegos No Generan Violencia
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Si puedes soñarlo, puedes lograrlo.

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                                            Violencia Real Y Ficticia


                          La violencia real se impone, pero la de ficción se elige
                          El impacto de la imagen no se traduce en la insensibilización del público
                          Es en la juventud cuando el espectador establece sus propios límites

                  ¿Cuáles son los efectos de la violencia televisiva? ¿Qué buscamos cuando la consumimos?
                  Un estudio reciente sobre las imágenes violentas en televisión demuestra que el público
                  está cada vez más acostumbrado a ellas. No obstante, la moralidad establece un tipo de
                  violencia aceptable y otra que no lo es.

                  La  aparición  de violencia  real en  los  programas  informativos  es  legítima.  Se  basa  en
                  catástrofes, sucesos y accidentes, forma parte de la realidad de las cosas. Necesitamos
                  conocer el mundo tal como es y, por tanto, ser conscientes de la violencia que existe en él.
                  Imágenes como las del 11-S o el 11-M son impactantes porque nos convierten en testigos
                  del hecho y perduran en el recuerdo.

                  En la violencia ficticia, de películas y series, se acepta el disfrute, en la medida en que
                  uno  elige  lo  que  quiere  consumir.  Las  imágenes  son  cada  vez  más  crudas  porque se
                  “socializan” el mal y la sangre, entrando en contacto con la parte oscura de la naturaleza
                  humana. Pero esto no implica que el público sea más insensible. Las intrigas policiales, por
                  ejemplo, se siguen más por la trama de investigación que por la representación de los
                  crímenes.

                  En la ficción, el espectador llega a comprender la perspectiva del agresor –disfrutando o
                  sufriendo con él–, mientras que en la violencia real se identifica siempre con la víctima.
                  Aguantar las imágenes violentas se convierte en un reto de emociones para probar hasta
                  dónde se es capaz de llegar. Se aprecia un gusto de los niños por las películas de terror,
                  aunque las imágenes les impactan cuando se alejan de su día a día y dejan de controlarlas.

                  Hay espectadores “inmunes” a la violencia que están tan acostumbrados a ella que incluso
                  desean  verla.  Por  el  contrario,  hay  quienes  la  evitan  al  relacionarla  con  sensaciones
                  desagradables. Es el individuo quien decide, durante su juventud, cuáles son sus límites.
                  A partir de entonces, e independientemente de su género, edad o nivel educativo, criticará
                  todo lo que sobrepase la frontera que ha establecido, especialmente la violencia gratuita y
                  la que queda impune.


                  En general, la audiencia tiene muy claro cómo se debe transmitir la información acerca del
                  sufrimiento de las víctimas y lo que se debe evitar. La violencia real es completamente
                  rechazable y  contemplarla  ayuda  a  educar  a  la  población.  Existe  el  miedo  a  que  una
                  violencia similar le pueda suceder a uno (más probable si la distancia entre sujeto y víctima
                  es pequeña, geográfica o subjetivamente). El público considera inmoral repetir la emisión
                  del  sufrimiento  en  los  programas  informativos.  Sin  embargo,  la  violencia  ficticia
                  admite grados de interpretación, que van desde el rechazo absoluto al goce estético.

                  ( Da Silva Molina, 2012)


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        Lizbeth Yeraldinne Hernández Mora
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