Page 73 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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nicas y religiosas. Y en Caere, según una tradición, había buscado refugio Tarquinio
el Soberbio al ser expulsado de Roma.
En el 390 a.C. la ciudad acogió a los sacerdotes, a las Vestales, así como a los
sacra romanos, debido al ataque de los galos sobre Roma. Seis años después, sin em
bargo, sería saqueada por Dionisio I el Viejo de Siracusa (Diodoro de Sicilia, XV, 14).
Por fin, tras la expulsión de su rex Orgolnio por parte del tarquiniense Aulus Spurin
na, quedaría sometida a Roma en el 351 a.C. Según se sabe, Caere sería la primera
ciudad etnisca en obtener la ciudadanía romana, aunque sin derecho a voto (civitas
sine suffragio), si bien una rebelión en el 273 a.C. le costaría la pérdida de sus derechos.
Su propia posición geográfica la defendía suficientemente, por lo que tan sólo hubo
de fortificarse en puntos concretos.
Los materiales arqueológicos y restos localizados en ella son muy importantes en ca
lidad y cantidad —sobre todo cerámicas (muy famosas sus hidrias,pithoi y foculi) antefi
jas, lastras y sarcófagos). Cabe reseñar el hallazgo de los restos de dos edificios de co
mienzos del siglo V a.C., adyacentes a un espacio abierto o plaza pública. Uno era de
planta elíptica con gradas y a cielo abierto, sin duda destinado a ceremonias, reuniones
públicas o espectáculos. El otro era un templo de tres cellae, orientado al norte y añadi
do a una residencia aristocrática o regia, destruida hacia el 490 a.C. o poco después.
Caere contó también con diferentes necrópolis, entre ellas, la rupestre de
SantAngelo, la de la Cava della Pozzolana, la del Monte Tosto y la de la Banditaccia.
Esta última, la más importante, está constituida por centenares de tumbas, tanto de
cámara como de dado, además de hipogeos con túmulos de basamento circular —al
gunos de hasta 30 m de diámetro—, todas ellas del máximo interés por sus materia
les, arquitectura, pinturas e inscripciones. Bastaría citar las tumbas della Capanna,
degli Scudi e delle Sedie, delle Cinque Sedie, dei Rilievi, del Triclinio, dei Sarcofagi, delle Iscri-
zioniy dell’Alcova para testimoniar la gran importancia de las mismas.
Extraordinaria es también, por otro lado, la principesca Tomba Regolini-Galassi,
del siglo vil a.C., ubicada en otra de las necrópolis caeretanas, la del Sorbo, tumba
hallada intacta con todo su material de tipo orientalizante que contrasta con el ma
terial villanoviano de otros enterramientos de fosa, también allí existentes.
Lo mismo cabe decir de la necrópolis del monte Abatane, en donde se localizó
la famosa Crátera de Eufronio, hoy atesorada en el Metropolitan Museum de Nueva
York. De esta necrópolis hay que citar la Tomba Martini-Marescotti, la Tomba Torlonia
y la Tomba Campana.
Tarquinia
Al norte del territorio caeretano se extendía el de Tarquinia (en etrusco Tarchna y
Tarchuna y en latín Tarquinii), cuya ciudad capital había conocido ya un gran floreci
miento en época villanoviana, aunque sería luego superada por Caere y Vulci duran
te la etapa orientalizante.
Tarquinia, que nunca perdió su carácter de «ciudad madre», se hallaba ubicada a
unos 8 l<m del mar, siendo su puerto principal Gravisca (cerca de Porto Clementino), en
clave marinero que conoció un fuerte asentamiento de gentes griegas y que incluso con
tó con un santuario heleno, fundado hacia el 570 a.C., y abandonado a comienzos del
siglo m a.C. También funcionaron como puertos el enclave llamado Martanum por los
romanos, ubicado en las bocas del Marta, y Rapinium, en las del Mignone.
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